Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellas, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. (1 Corintios 9:25).
La ciclista española Joane Somarriba, nacida el 11 de agosto de. 1972, ha ganado tres veces el Tour de Francia en los años 2000, 2001 y 2003, y dos el Giro de Italia, en 1999 y 2000. Además fue campeona del mundo en la prueba contra reloj en 2003. Si pudiéramos preguntarle a esta formidable deportista de cuántas cosas se ha tenido que privar a lo largo de los años, estoy segura de que la lista sería muy larga. Para obtener grandes resultados son necesarios el sacrificio, la dedicación, la perseverancia y la paciencia. Estas virtudes también resultan imprescindibles en las olimpiadas donde todas participamos: la vida.
La meta de cada especialidad deportiva es diferente. Unos deben correr para llegar primeros, otros luchar contra un contrincante hasta abatirlo o lanzar objetos a la mayor distancia posible. En cambio nosotras tenemos solo una meta y solo un premio, el mismo para todas, aunque no todas lo alcanzaremos de igual forma. Algunas tenemos que ejercitar mucho los músculos de las piernas para no resbalar en el enlodado pavimento de este mundo. Quizá tú te encuentres entre las que deben aprender a controlar la respiración para atravesar aguas turbulentas. Puede ser que tengas que especializarte en lanzar objetos a larga distancia, una jabalina, un martillo o un disco, que bien pueden representar vicios, costumbres y hábitos que te cuesta alejar de ti. Si de correr se trata y empleas un vehículo súper veloz, comprenderás la importancia de la oración como medio de comunicación rápida y eficaz. O tal vez seas una ciclista y tengas que dar la vuelta al mundo, para lo cual necesitarás la Biblia, único mapa que te orienta correctamente y te señala el camino seguro.
Sea cual fuere la modalidad en la que te estés entrenando, obtendrás la corona de la vida si te enfocas cien por ciento en llegar a la meta. Tu medalla te está esperando. No escatimes ningún esfuerzo para llegar al final, porque solo los que cruzan la meta obtendrán la recompensa eterna.
Corre, no le detengas. Cristo te espera al cruzar la meta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La ciclista española Joane Somarriba, nacida el 11 de agosto de. 1972, ha ganado tres veces el Tour de Francia en los años 2000, 2001 y 2003, y dos el Giro de Italia, en 1999 y 2000. Además fue campeona del mundo en la prueba contra reloj en 2003. Si pudiéramos preguntarle a esta formidable deportista de cuántas cosas se ha tenido que privar a lo largo de los años, estoy segura de que la lista sería muy larga. Para obtener grandes resultados son necesarios el sacrificio, la dedicación, la perseverancia y la paciencia. Estas virtudes también resultan imprescindibles en las olimpiadas donde todas participamos: la vida.
La meta de cada especialidad deportiva es diferente. Unos deben correr para llegar primeros, otros luchar contra un contrincante hasta abatirlo o lanzar objetos a la mayor distancia posible. En cambio nosotras tenemos solo una meta y solo un premio, el mismo para todas, aunque no todas lo alcanzaremos de igual forma. Algunas tenemos que ejercitar mucho los músculos de las piernas para no resbalar en el enlodado pavimento de este mundo. Quizá tú te encuentres entre las que deben aprender a controlar la respiración para atravesar aguas turbulentas. Puede ser que tengas que especializarte en lanzar objetos a larga distancia, una jabalina, un martillo o un disco, que bien pueden representar vicios, costumbres y hábitos que te cuesta alejar de ti. Si de correr se trata y empleas un vehículo súper veloz, comprenderás la importancia de la oración como medio de comunicación rápida y eficaz. O tal vez seas una ciclista y tengas que dar la vuelta al mundo, para lo cual necesitarás la Biblia, único mapa que te orienta correctamente y te señala el camino seguro.
Sea cual fuere la modalidad en la que te estés entrenando, obtendrás la corona de la vida si te enfocas cien por ciento en llegar a la meta. Tu medalla te está esperando. No escatimes ningún esfuerzo para llegar al final, porque solo los que cruzan la meta obtendrán la recompensa eterna.
Corre, no le detengas. Cristo te espera al cruzar la meta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera