«Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden» (Salmo 21:2, NVI).
¿Alguna vez has pensado en lo maravillosos que son tus labios? Puedes usarlos para saber cuan caliente está el chocolate. Puedes usarlos para dar el beso de buenas noches a tu mamá y a tu papá. Puedes usarlos para beber tu bebida favorita. Incluso puedes arrugarlos y soplar aire a través de ellos y producir un silbido.
A mí siempre me pareció que silbar era lo más divertido que había. Podemos silbar notas altas y notas bajas, y cambiar las notas para entonar una canción. ¿No es asombroso? Podemos silbar una melodía y que alguien nos acompañe cantándola. Si silbamos una canción sobre el amor de Jesús o sobre el cuidado que él tiene de nosotros, podemos incluso animarnos a nosotros mismos si no nos sentimos bien.
Cuando Pablo escribió su Epístola a los Filipenses, estaba en la cárcel. A pesar de que pudo haberse quejado, él escogió estar alegre. Lee Filipenses y fíjate en todas las veces que Pablo menciona que está alegre.
Decide estar alegre hoy. No importa cómo te sientas, decide ser agradecido y silba una alabanza. Al hacerlo, seguramente también alegrarás a aquellos que te rodean.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush