«¡Que los brazos se me caigan de los hombros! ¡Que se me zafen de sus articulaciones!» (Job 31:22).
¡Ay! Eso debe de doler ¿Por qué Job quería que se le cayeran los brazos? Te cuento. Job quería estarían cerca de Dios que prefería que su cuerpo se cayera antes que pecar contra él. ¡Eso sí que es amar a Dios!
El versículo de hoy habla de los hombros. ¿Sabes para qué sirven los hombros? Una de sus funciones es permitirte mover tus brazos en todas direcciones. Los hombros también te permiten levantar cargas pesadas y practicar deportes. Cuando me quito mis botas de explorador y me pongo mis patines de hockey sobre hielo, uso una gran cantidad de equipo para practicar este deporte. Por ejemplo: uso unas hombreras para no hacerme daño en los hombros si me caigo en el hielo.
Así como tengo mi «armadura» para jugar hockey que me protege de sufrir cualquier daño, en Efesios 6 se nos dice que tenemos que ponernos la armadura de Dios que nos protegerá del daño que puede causarnos Satanás. Lee Efesios 6 y sabrás cuál es esa armadura. Cuando lo sepas, colócatela. La armadura de Dios es la única manera que tenemos de protegí nos de nuestro enemigo el diablo. Esta nos ayudará a estar tan cerca de Dios como lo estuvo nuestro amigo Job.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush