Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido (S. Mateo 8:23, 24).
Cuentan de una mujer que abordó un avión para viajar a Nueva York. Un niño entró y se sentó justo al lado de ella. El pequeño era muy educado: coloreaba su libro de pintar, así pasó todo el tiempo, mientras duraba el vuelo. Durante el vuelo el niño no representaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento hubo una sacudida fuerte y todos estaban nerviosos, pero el niño mantuvo la calma y serenidad en todo momento. ¿Por qué su calma? ¿Cómo hacía para estar tranquilo? Hasta que la mujer frenética le preguntó: «Niño, ¿no tienes miedo?» «No señor— contestó el niño mirando su libro—. Mi padre es el piloto». ¿Sorprendida? Hay tiempos en nuestras vidas que los sucesos y problemas nos sacuden un poco y nos encontramos turbadas. No vemos terreno sólido y sentimos que nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos dónde sujetarnos y no nos sentimos seguras. Pero recordemos que nuestro amado Padre celestial es nuestro Piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el Creador del cielo y la tierra. La próxima vez que una tormenta llegue a tu vida, o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiada y di para ti misma: «Mi Padre es el Piloto».
Cuentan de una mujer que abordó un avión para viajar a Nueva York. Un niño entró y se sentó justo al lado de ella. El pequeño era muy educado: coloreaba su libro de pintar, así pasó todo el tiempo, mientras duraba el vuelo. Durante el vuelo el niño no representaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento hubo una sacudida fuerte y todos estaban nerviosos, pero el niño mantuvo la calma y serenidad en todo momento. ¿Por qué su calma? ¿Cómo hacía para estar tranquilo? Hasta que la mujer frenética le preguntó: «Niño, ¿no tienes miedo?» «No señor— contestó el niño mirando su libro—. Mi padre es el piloto». ¿Sorprendida? Hay tiempos en nuestras vidas que los sucesos y problemas nos sacuden un poco y nos encontramos turbadas. No vemos terreno sólido y sentimos que nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos dónde sujetarnos y no nos sentimos seguras. Pero recordemos que nuestro amado Padre celestial es nuestro Piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el Creador del cielo y la tierra. La próxima vez que una tormenta llegue a tu vida, o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiada y di para ti misma: «Mi Padre es el Piloto».
Evelyn Omaña
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.