Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas (S. Mateo 7:12).
Días de escuela, días de escuela, días de la antigua Regla de Oro". Así dice la traducción de una corta melodía que Will Cobb y Gus Edwards compusieron en el año 1907. Hay una magia mística en el cambio de estaciones y en los nuevos comienzos. La caja de lápices de 64 colores, con puntas nuevas y filosas, tiene que ser la compra más añorada de los niños que vuelven a la escuela en todas partes del mundo. Sin embargo, hay muchas variaciones ante esta simple elección: lavables, con brillo, perfumados, colores pasteles, tamaño gigante para dedos pequeños, y más.
Rara vez se ve algo simple en estos días. Pero, la verdad simple en 1907 era -y lo sigue siendo hasta el día de hoy- la Regla de Oro. Por ejemplo, "Dios es amor" y cómo alcanzarlo, comprenderlo y vivirlo se ha dicho en un millón de palabras, canciones y voces. Pero, son los niños quienes se parecen más a Dios: frescos, inocentes, que muestran amor simple, puro e incondicional. Por otro lado, ellos pueden desaprender del amor de Dios al observarte a ti y a mí en nuestro orgullo y mundo apresurados.
En la quietud de la mañana, cuando suena la alarma del reloj, disfruta de la magia de una nueva estación. Vuélvete como una niña. Que tu oración sea, simplemente: Querido Señor, ayúdame hoy a vera través de los ojos de una niña. Juega a los barquitos con el cereal en la leche. Disfruta saltando con tu nuevo par de zapatillas. Háblale al gato como si no tuvieras nada más que hacer en el día. Da gracias a Dios por las pequeñas bendiciones, tales como tener todos los dientes sanos (o algún reemplazo apropiado). Pierde tiempo en el baño haciendo dibujos y burbujas con la pasta dental. ¡Ríete mucho! Canta una canción de camino al trabajo. Sírvete el almuerzo que comería una niña: un sandwich de manteca y mermelada, una manzana y confites de chocolate (deja que se derritan en tus manos). Lávate las manos y salpícate agua sobre ti misma, sobre el espejo y sobre tu corazón.
Preparadas... listas... ¡ ya! ¡Volvamos a la escuela! La lección para hoy es la Regla de Oro. Así de simple, y nosotras la hacemos tan desafiante y complicada.
Días de escuela, días de escuela, días de la antigua Regla de Oro". Así dice la traducción de una corta melodía que Will Cobb y Gus Edwards compusieron en el año 1907. Hay una magia mística en el cambio de estaciones y en los nuevos comienzos. La caja de lápices de 64 colores, con puntas nuevas y filosas, tiene que ser la compra más añorada de los niños que vuelven a la escuela en todas partes del mundo. Sin embargo, hay muchas variaciones ante esta simple elección: lavables, con brillo, perfumados, colores pasteles, tamaño gigante para dedos pequeños, y más.
Rara vez se ve algo simple en estos días. Pero, la verdad simple en 1907 era -y lo sigue siendo hasta el día de hoy- la Regla de Oro. Por ejemplo, "Dios es amor" y cómo alcanzarlo, comprenderlo y vivirlo se ha dicho en un millón de palabras, canciones y voces. Pero, son los niños quienes se parecen más a Dios: frescos, inocentes, que muestran amor simple, puro e incondicional. Por otro lado, ellos pueden desaprender del amor de Dios al observarte a ti y a mí en nuestro orgullo y mundo apresurados.
En la quietud de la mañana, cuando suena la alarma del reloj, disfruta de la magia de una nueva estación. Vuélvete como una niña. Que tu oración sea, simplemente: Querido Señor, ayúdame hoy a vera través de los ojos de una niña. Juega a los barquitos con el cereal en la leche. Disfruta saltando con tu nuevo par de zapatillas. Háblale al gato como si no tuvieras nada más que hacer en el día. Da gracias a Dios por las pequeñas bendiciones, tales como tener todos los dientes sanos (o algún reemplazo apropiado). Pierde tiempo en el baño haciendo dibujos y burbujas con la pasta dental. ¡Ríete mucho! Canta una canción de camino al trabajo. Sírvete el almuerzo que comería una niña: un sandwich de manteca y mermelada, una manzana y confites de chocolate (deja que se derritan en tus manos). Lávate las manos y salpícate agua sobre ti misma, sobre el espejo y sobre tu corazón.
Preparadas... listas... ¡ ya! ¡Volvamos a la escuela! La lección para hoy es la Regla de Oro. Así de simple, y nosotras la hacemos tan desafiante y complicada.
Judy GoodSilver
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
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Autora: Ardis Dick Stenbkken