Manantial de vida es la boca del justo, pero la boca de los malvados oculta violencia (Proverbios 10:11).
A cierto poblado, orgulloso por su nivel moral y cultural, llego una muchacha de muy mala reputación. No pasó mucho tiempo antes de que todas las «damas educadas» de la élite social se reunieran para tratar de alejar a la «pervertida». Prepararon un cofre muy fino, en el que introdujeron una lista con los nombres de todas aquellas mujeres que no deseaban la presencia de la joven en el pueblo y se lo enviaron a ella. Cuando la joven tornó el cofre, su rostro se enrojeció, su espíritu se. turbó y por un instante se llenó de ira. Tras unos minutos de reflexión, preparó la respuesta para sus acusadoras. En seguida cada una de ellas recibió un hermoso ramo de flores acompañado de una nota que decía: «Cada cual dalo que nene».
Nuestras acciones siempre estarán influenciadas por lo que atesora nuestro corazón. La Biblia así lo declara: «De la abundancia del corazón, habla la boca» (Mat. 12: 34) y Cristo enfatiza que no podemos nosotros hacer el bien «acostumbrados como estamos a hacer el mal» (Jer. 13: 23). Solamente cuando estarnos imbuidos del amor inagotable de Cristo, podemos responder con el bien ante un trato despiadado y cruel.
¿Cómo respondes ante la agresión verbal de las personas que se creen con derecho a criticarte? ¿Qué tienes para dar? ¿Tienes el coraje y el espíritu cristiano para devolver bien por mal? Este principio parece muy fácil cuando lo predicamos, pero es muy difícil de llevar a la práctica. Poner la otra mejilla en lugar de levantar los dos puños parece interpretarse como una derrota, pero la Biblia nos vuelve a decir que «la respuesta suave aplaca la ira» (Prov. 15: 1). ¿Cuan capaces somos de practicar la misericordia cuando tenemos la oportunidad de vengarnos de la persona que nos ha agredido?
Ten presente que. no importa cuánto hagas por ti misma, no lograrás sacar nada bueno de tu corazón. Solo si Cristo mora en ti, los resultados de su amor fluirán como manantial inagotable, refrescando la sed de los criticones.
Señor, se tú el agua que fluya como manantial refrescante en mi vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
A cierto poblado, orgulloso por su nivel moral y cultural, llego una muchacha de muy mala reputación. No pasó mucho tiempo antes de que todas las «damas educadas» de la élite social se reunieran para tratar de alejar a la «pervertida». Prepararon un cofre muy fino, en el que introdujeron una lista con los nombres de todas aquellas mujeres que no deseaban la presencia de la joven en el pueblo y se lo enviaron a ella. Cuando la joven tornó el cofre, su rostro se enrojeció, su espíritu se. turbó y por un instante se llenó de ira. Tras unos minutos de reflexión, preparó la respuesta para sus acusadoras. En seguida cada una de ellas recibió un hermoso ramo de flores acompañado de una nota que decía: «Cada cual dalo que nene».
Nuestras acciones siempre estarán influenciadas por lo que atesora nuestro corazón. La Biblia así lo declara: «De la abundancia del corazón, habla la boca» (Mat. 12: 34) y Cristo enfatiza que no podemos nosotros hacer el bien «acostumbrados como estamos a hacer el mal» (Jer. 13: 23). Solamente cuando estarnos imbuidos del amor inagotable de Cristo, podemos responder con el bien ante un trato despiadado y cruel.
¿Cómo respondes ante la agresión verbal de las personas que se creen con derecho a criticarte? ¿Qué tienes para dar? ¿Tienes el coraje y el espíritu cristiano para devolver bien por mal? Este principio parece muy fácil cuando lo predicamos, pero es muy difícil de llevar a la práctica. Poner la otra mejilla en lugar de levantar los dos puños parece interpretarse como una derrota, pero la Biblia nos vuelve a decir que «la respuesta suave aplaca la ira» (Prov. 15: 1). ¿Cuan capaces somos de practicar la misericordia cuando tenemos la oportunidad de vengarnos de la persona que nos ha agredido?
Ten presente que. no importa cuánto hagas por ti misma, no lograrás sacar nada bueno de tu corazón. Solo si Cristo mora en ti, los resultados de su amor fluirán como manantial inagotable, refrescando la sed de los criticones.
Señor, se tú el agua que fluya como manantial refrescante en mi vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera