Se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos. (Marcos 13:22).
En 1521 el español Hernán Cortés pisó territorio azteca. Este pueblo y su soberano, Moctezuma II, creyeron que aquel hombre con barba y tez blanca era el dios Quetzalcóatl que había llegado a la tierra tal y como indicaban sus profecías. Pero la expedición de Cortés no tenía los fines que esperaban los aztecas. Tras arrasar Tenochtitlan, la capital de aquel imperio, Cortés construyó la ciudad de México sobre ella. En la actualidad tan solo quedan las ruinas del templo mayor de lo que fuera una gran civilización.
Los reinos de este mundo sufren dos tipos de ataques: los de sus enemigos humanos, que desean conquistarlos, y los de su enemigo por antonomasia, el enemigo de Dios, que desea arrebatarle a Cristo el pueblo por él redimido. Por esta razón Jesús nos alertó sobre las estrategias que usarla Satanás para ganar adeptos para su reino, ya sentenciado al exterminio eterno.
En la actualidad hay miles de personas que venden sus propiedades para seguir a hombres que dicen ser la encarnación de Jesucristo. Estos hombres hacen señales y prodigios sobrenaturales, de modo que la humanidad entera se ve sacudida por sus engaños. Muchos seres humanos se preguntan: «¿Adónde puedo ir si mi hijo se está muriendo? ¿A quién acudiré si no tengo dinero para mantener a mi familia? ¿Qué hago si me estoy muriendo de una enfermad terrible?».
Los aztecas pensaron que la venida del gran dios de sus profecías pondría fin a todas sus guerras y los liberaría del trato despótico de su líder. Pero Hernán Cortés no podía ser su dios, porque él mismo había sido conquistado por el pecado. El exterminio atroz de aquel imperio fue una muestra del fin que correrán todos los que ponen su vista en falsos dioses.
El verdadero Dios está a punto de crear un nuevo cielo y una nueva tierra. Su reino estará formado por aquellos que no se dejaron engañar por falsas doctrinas. Hay un lugar en él para ti si estudias diligentemente las profecías y caminas al lado de Jesús.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
En 1521 el español Hernán Cortés pisó territorio azteca. Este pueblo y su soberano, Moctezuma II, creyeron que aquel hombre con barba y tez blanca era el dios Quetzalcóatl que había llegado a la tierra tal y como indicaban sus profecías. Pero la expedición de Cortés no tenía los fines que esperaban los aztecas. Tras arrasar Tenochtitlan, la capital de aquel imperio, Cortés construyó la ciudad de México sobre ella. En la actualidad tan solo quedan las ruinas del templo mayor de lo que fuera una gran civilización.
Los reinos de este mundo sufren dos tipos de ataques: los de sus enemigos humanos, que desean conquistarlos, y los de su enemigo por antonomasia, el enemigo de Dios, que desea arrebatarle a Cristo el pueblo por él redimido. Por esta razón Jesús nos alertó sobre las estrategias que usarla Satanás para ganar adeptos para su reino, ya sentenciado al exterminio eterno.
En la actualidad hay miles de personas que venden sus propiedades para seguir a hombres que dicen ser la encarnación de Jesucristo. Estos hombres hacen señales y prodigios sobrenaturales, de modo que la humanidad entera se ve sacudida por sus engaños. Muchos seres humanos se preguntan: «¿Adónde puedo ir si mi hijo se está muriendo? ¿A quién acudiré si no tengo dinero para mantener a mi familia? ¿Qué hago si me estoy muriendo de una enfermad terrible?».
Los aztecas pensaron que la venida del gran dios de sus profecías pondría fin a todas sus guerras y los liberaría del trato despótico de su líder. Pero Hernán Cortés no podía ser su dios, porque él mismo había sido conquistado por el pecado. El exterminio atroz de aquel imperio fue una muestra del fin que correrán todos los que ponen su vista en falsos dioses.
El verdadero Dios está a punto de crear un nuevo cielo y una nueva tierra. Su reino estará formado por aquellos que no se dejaron engañar por falsas doctrinas. Hay un lugar en él para ti si estudias diligentemente las profecías y caminas al lado de Jesús.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera