Lugar: California, EE,UU.
Palabra de Dios: 2 Corintios 9:7.
Tomás* miró el montón de alimentos sobre el piso del gimnasio. Había una variedad de cosas, incluyendo fideos, papas fritas, sopas, mezcla para torta, y latas y latas de verduras, porotos y frutas. Su escuela estaba llevando a cabo una campaña de recolección de alimentos, para entregar a personas necesitadas, y todos estaban ayudando de buena gana.
"Cómo me gustaría poder dar algo grande", pensó Tomás mientras miraba cómo la gente traía alimentos, a veces en una bolsa de supermercado, otras veces en cajas... Alguien había donado varias bolsas grandes de arroz. Pero ¿qué podía dar él? Mientras abría la bolsa con su merienda, tuvo una idea. Podía donar su fruta. Al día siguiente, no se comió sus galletitas. Y, al otro día, guardó su golosina para agregar al montón.
Algunos compañeros vieron lo que hacía y comenzaron a reírse. Era gracioso verlo colocando una cosita pequeña en el gran montón de alimento. "¿Qué piensa que está haciendo?", se burlaron. A Tomás le dio un poco de vergüenza, pero siguió dejando cada día, en el montón de alimentos, parte de su comida. Y cuando los otros chicos se dieron cuenta del sacrificio que Tomás estaba haciendo, dejaron de reírse de él.
Cuando terminó la campaña, los alumnos se reunieron en el gimnasio para sacarse una foto con el montón de alimentos. Y Tomás estaba allí, en el medio, con una sonrisa en el rostro, contento porque él también había podido ayudar.
La Biblia dice: "Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría". Piensa en lo que tú puedes entregar a Dios. ¿Estás feliz y dispuesto a hacerlo? Recuerda, Dios te ha bendecido con muchas cosas. ¡Ahora es tu oportunidad de devolverle algo a él!
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson