He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír. (Isaías 59:1).
Otro libro se cierra para abrir paso a las páginas de uno nuevo. Quizás no hayas logrado todo lo que te habías propuesto al comenzar este año. Puede ser que recuerdos dolorosos traten de oscurecer tu presente con remordimientos y reproches, o que la alegría embargue tu corazón por los momentos de felicidad vividos en estos doce meses. Tal vez la enfermedad ha hecho aparición en tu vida o en la de tus familiares- No se qué experiencias habrás tenido, peto viviendo ambas en este mundo, tus días pueden haber sido similares a los míos.
¿Puedes contar tus alegrías y tus tristezas? ¿Te sientes desdichada por lo que dejas atrás, o crees poder mirar al futuro con optimismo? No importa cuáles hayan sido las circunstancias, nuestro gozo en Cristo y la seguridad de su compañía no están sujetos a ningún acontecimiento favorable o desfavorable que podamos afrontar en nuestra travesía por este mundo.
La certeza de que su mano no se ha acortado puede garantizarnos un presente y un futuro gloriosos, y la confirmación de que su oído no se ha endurecido para oír nos certifica la convicción de que nuestras oraciones siempre serán atendidas por ese Dios que está ansioso por caminar a nuestro lado. Quiero dejar contigo las hermosas palabras de este inspirador himno, deseando que puedas hacerlas tuyas cada mañana al levantarte, al dirigirte a tu trabajo o al realizar las tareas domésticas, al enfrentar las vicisitudes que te depara el futuro y al compartirlas con los que te rodean.
«De la mano, Señor, guíame cual pastor / pues cansado me siento del mal. / Y en la noche sin luz, ven a mí, buen Jesús, / guíame al hogar celestial. / Cuando vengas, Señor, en tu luz y esplendor, / a llevar tu rebaño de amor, / haz que pueda en tu luz, mi bendito Jesús, / ascender al hogar celestial. / Cuando vague sin paz, sé, Jesús, mi solaz, / aunque débil me sienta (laquear. / Haz que pueda encontrar, mi benigno Señor, / tu glorioso hogar celestial».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Otro libro se cierra para abrir paso a las páginas de uno nuevo. Quizás no hayas logrado todo lo que te habías propuesto al comenzar este año. Puede ser que recuerdos dolorosos traten de oscurecer tu presente con remordimientos y reproches, o que la alegría embargue tu corazón por los momentos de felicidad vividos en estos doce meses. Tal vez la enfermedad ha hecho aparición en tu vida o en la de tus familiares- No se qué experiencias habrás tenido, peto viviendo ambas en este mundo, tus días pueden haber sido similares a los míos.
¿Puedes contar tus alegrías y tus tristezas? ¿Te sientes desdichada por lo que dejas atrás, o crees poder mirar al futuro con optimismo? No importa cuáles hayan sido las circunstancias, nuestro gozo en Cristo y la seguridad de su compañía no están sujetos a ningún acontecimiento favorable o desfavorable que podamos afrontar en nuestra travesía por este mundo.
La certeza de que su mano no se ha acortado puede garantizarnos un presente y un futuro gloriosos, y la confirmación de que su oído no se ha endurecido para oír nos certifica la convicción de que nuestras oraciones siempre serán atendidas por ese Dios que está ansioso por caminar a nuestro lado. Quiero dejar contigo las hermosas palabras de este inspirador himno, deseando que puedas hacerlas tuyas cada mañana al levantarte, al dirigirte a tu trabajo o al realizar las tareas domésticas, al enfrentar las vicisitudes que te depara el futuro y al compartirlas con los que te rodean.
«De la mano, Señor, guíame cual pastor / pues cansado me siento del mal. / Y en la noche sin luz, ven a mí, buen Jesús, / guíame al hogar celestial. / Cuando vengas, Señor, en tu luz y esplendor, / a llevar tu rebaño de amor, / haz que pueda en tu luz, mi bendito Jesús, / ascender al hogar celestial. / Cuando vague sin paz, sé, Jesús, mi solaz, / aunque débil me sienta (laquear. / Haz que pueda encontrar, mi benigno Señor, / tu glorioso hogar celestial».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera