Pero que se alegren todos los que en tí buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre (Salmo 5: 11).
Había disfrutado de un viaje espléndido con mis tíos y abuelitos. Ellos deseaban llevarme a conocer el mar como regalo de graduación; íbamos contentos, disfrutábamos del paisaje, cuando sorpresivamente una camioneta nos embistió de frente. Entre vagas imágenes posteriores al accidente, recuerdo haber visto a mi abuelo arrodillado a la orilla de la carretera, agradeciéndole a Dios por su cuidado y por habernos salvado la vida. Debido a las lesiones recibidas, mi tía, mi abuela y yo permanecimos internadas mientras mi tío y el abuelo realizaban los trámites necesarios. Esa noche, mientras recibíamos el sábado en nuestra habitación, alguien tocó a la puerta. Era un médico de bata blanca, muy joven. Le preguntamos su nombre y nos dijo: «Llámenme Tanny». Sacó de su bolsillo una pequeña Biblia y leyó pasajes de cómo el Señor envía ángeles para cuidar y proteger a sus hijos. Mi abuelo insistía en saber por qué nos había pasado eso si estábamos tan felices gozando juntos de esas vacaciones. Tanny le contestó que no se cuestionara más, que mejor pensara en la nueva oportunidad que Dios nos brindaba al conservarnos la vida. Estuvimos ahí una larga semana y cada mañana Tanny llegaba y nos leía un texto, oraba con nosotros y se iba. Finalmente mi tío nos dijo que nos trasladaríamos a otra ciudad para que mi tía recibiera atención médica especializada. Compré unas tarjetas de agradecimiento para las personas que habían estado con nosotros en tan difícil situación y, por supuesto, compré una para Tanny. Sin embargo, al llegar a la central de enfermeras y preguntar por él, una doctora me dijo: «Aquí no hay ningún doctor Tanny, no hay internos en esta clínica, pues no hay capacidad para eso». Jamás lo volvimos a ver, pero desde entonces no tengo duda de que los ángeles de Dios siempre están ahí prestos, vigilantes, para brindarnos su ayuda y apoyo espiritual como lo hizo Tanny con nosotros. Amiga, te invito a confiar más en Dios, él te ha dado un ángel que siempre viaja a tu lado. No sabes en qué momento se presentará ante ti con su rostro apacible, con deseos de animarte. Puede tener un nombre peculiar, como el de Tanny.
Había disfrutado de un viaje espléndido con mis tíos y abuelitos. Ellos deseaban llevarme a conocer el mar como regalo de graduación; íbamos contentos, disfrutábamos del paisaje, cuando sorpresivamente una camioneta nos embistió de frente. Entre vagas imágenes posteriores al accidente, recuerdo haber visto a mi abuelo arrodillado a la orilla de la carretera, agradeciéndole a Dios por su cuidado y por habernos salvado la vida. Debido a las lesiones recibidas, mi tía, mi abuela y yo permanecimos internadas mientras mi tío y el abuelo realizaban los trámites necesarios. Esa noche, mientras recibíamos el sábado en nuestra habitación, alguien tocó a la puerta. Era un médico de bata blanca, muy joven. Le preguntamos su nombre y nos dijo: «Llámenme Tanny». Sacó de su bolsillo una pequeña Biblia y leyó pasajes de cómo el Señor envía ángeles para cuidar y proteger a sus hijos. Mi abuelo insistía en saber por qué nos había pasado eso si estábamos tan felices gozando juntos de esas vacaciones. Tanny le contestó que no se cuestionara más, que mejor pensara en la nueva oportunidad que Dios nos brindaba al conservarnos la vida. Estuvimos ahí una larga semana y cada mañana Tanny llegaba y nos leía un texto, oraba con nosotros y se iba. Finalmente mi tío nos dijo que nos trasladaríamos a otra ciudad para que mi tía recibiera atención médica especializada. Compré unas tarjetas de agradecimiento para las personas que habían estado con nosotros en tan difícil situación y, por supuesto, compré una para Tanny. Sin embargo, al llegar a la central de enfermeras y preguntar por él, una doctora me dijo: «Aquí no hay ningún doctor Tanny, no hay internos en esta clínica, pues no hay capacidad para eso». Jamás lo volvimos a ver, pero desde entonces no tengo duda de que los ángeles de Dios siempre están ahí prestos, vigilantes, para brindarnos su ayuda y apoyo espiritual como lo hizo Tanny con nosotros. Amiga, te invito a confiar más en Dios, él te ha dado un ángel que siempre viaja a tu lado. No sabes en qué momento se presentará ante ti con su rostro apacible, con deseos de animarte. Puede tener un nombre peculiar, como el de Tanny.
Verónica De Santiago Licón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor