Lugar: Pennsylvania, EE.UU.
Palabra de Dios: Colosenses 3:23
Ven, Betsy-la llamaron sus amigas-. Apúrate con esa última costura, así vienes a jugar con nosotras.
Mientras terminaba el delantal en el que trabajaba, Betsy podía ver a sus amigas jugando afuera. Quería ir con ellas, pero sabía que si hacía las cosas a las apuradas la costura le saldría torcida. La niña quería asegurarse de que las puntadas estuvieran bien cosidas, aunque le llevara más tiempo.
Lentamente, Betsy movió la aguja a lo largo de la tela, asegurándose de que cada puntada estuviera en su lugar. Finalmente, terminó su tarea y se unió a sus amigas.
-¿Qué te llevó tanto tiempo? -le preguntaron-. Nosotras terminamos hace rato. ¿A quién le importa si algunas puntadas no son perfectas?
Pero, Betsy estaba contenta de haberse tomado el tiempo para hacer bien su trabajo. Su cuidadosa atención a los detalles tuvo su fruto. No solamente su delantal quedó lindo y prolijo, sino también, cuando creció, llegó a ser conocida como una de las mejores modistas de las colonias estadounidenses. Sus dientas quedaban contentas, y a menudo decían: "Si quieres un trabajo de calidad, ve a ver a Betsy Ross".
Así fue como Betsy participó en la creación de la bandera estadounidense. Cuando los dirigentes del nuevo país oyeron hablar de su buen trabajo, le trajeron el diseño que tenían en mente.
-¿Por qué no usamos estrellas de cinco puntas, en lugar de las de seis puntas? -sugirió.
Y así es como están las estrellas hoy, en la bandera de los Estados Unidos. En 1777, el Congreso Continental le encomendó que fabricara banderas estadounidenses.
Cuando ella cosió con cuidado esas puntadas derechas, en su infancia, Betsy sabía que era importante que "hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson