martes, 17 de enero de 2012

¡QUÉ DULCE ERES!

«Lleven en sus costales un regalo para ese hombre. Llévenle de lo mejor que el país produce: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras» (Génesis 43:11).

Bálsamo, miel, perfumes, nueces y almendras. Suena bien, ¿verdad? Los hombres de Génesis 43 salieron a visitar a su hermano José, aunque en realidad no lo sabían. Años atrás, ellos lo habían vendido como esclavo y ahora él era la persona más importante de Egipto después del faraón. José obviamente les iba a confesar más adelante quién era y tendrían una gran reunión familiar
¿Te has fijado que una de las cosas que su padre le envió fue miel? ¿Sabes de dónde proviene la miel? Dios creó las abejas para tomar el néctar de las flores y convertirlo en miel.
¿Añades miel a tu cereal o la usas para endulzar los posters? Dios quiere que tú seas tan dulce como la miel, de manera que todos quieran estar contigo. Imagínate, si nadie quiere estar contigo, ¿cómo vas a poder hablarles del amor de Dios? Si te aferras a Dios, ¡él se aferrará a ti y te hará tan dulce como la miel!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DIOS TE SOSTIENE

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6: 26).

Eran aproximadamente las diez de la noche y estaba lloviendo a mares. Nosotros vivíamos en Texcoco, un lugar relativamente cerca de la Ciudad de México, pero el tráfico a veces lo hace parecer mucho más lejos. Así que aquella noche mi esposo y yo decidimos utilizar la autopista de peaje debido a las inclemencias del tiempo.
Al tomar la avenida que llevaba hacia la autopista nuestro auto pilló un enorme bache. Eso hizo que se dañara uno de los neumáticos. Cuando preguntamos si en las cercanías había algún taller de reparación de neumáticos, nos dijeron que a la vuelta de la esquina había uno, pero que con seguridad estaría cerrado. De todos modos decidimos ir a buscarlo. ¡Qué sorpresa! El taller estaba abierto.
Mientras el joven reparaba el neumático, mi esposo le preguntó a qué hora cerraba el negocio. El muchacho le contestó normalmente lo cerraba a las ocho, pero que esa noche se había quedado dos horas más esperando a su jefe para que este le pagara y para entregarle las llaves. En aquel momento entendimos que aquello no era una casualidad, sino que Dios velaba por nosotros.
Pero teníamos otro problema: el poco dinero que llevábamos para la caseta de peaje lo habíamos invertido en la reparación de la llanta, y además se nos estaba acabando la gasolina. Se nos ocurrió que quizá podíamos dejar mi reloj como garantía en el peaje para luego traer el dinero y recuperarlo.
Cuando faltaba unos cincuenta metros para llegar a la caseta de cobro, mi esposo detuvo el auto y elevamos una oración para que Dios tocara el corazón del cobrador. Después de orar, mi esposo me dijo que buscara bien en la cartera para ver si había algo de dinero, mientras él buscaba en su maletín. Finalmente encontramos una bolsita donde guardábamos las monedas que nos sobraban al ir de compras. De ahí sacamos lo necesario para pagar el peaje.
Querida hermana, en la vida se nos presentan momentos de crisis y de prueba. En muchas ocasiones quizá se nos nuble la mente y no sepamos qué hacer; buscamos respuestas y no hallamos. Pero no olvides que el Señor Jesús está siempre contigo, dispuesto a ayudarte.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Vanessa Méndez, licenciada en Ciencias Sociales.

¿SOLAMENTE «SENCILLOS COMO PALOMAS»?

Los envío como ovejas en medio de lobos. Mateo 10:16, p.p., NVI

Eran aproximadamente las 7:30 p.m. cuando Ashleigh le pidió permiso a su madre para dormir en casa de una amiga. La madre accedió con la condición de que regresara antes de las 10:30 de la mañana. Lo que la señora no sabía era que su hija había concertado una cita con un extraño que había conocido a través de Facebook.
Está bien, mami —dijo Ashleigh, mientras bajaba las escaleras—. Regresaré a las 10:30.
Sin embargo, Ashleigh nunca regresó. El supuesto amigo era un delincuente sexual de 33 años llamado Peter Chapman, quien en cuestión de horas secuestró, violó y luego asesinó brutalmente a Ashleigh Hall, una jovencita inglesa que se estaba preparando para ser enfermera.
¿Cómo logró ese sádico engañar a Ashleigh? Chapman logró establecer contacto con Ashleigh con la ayuda de una computadora portátil y de un teléfono celular con conexión a Internet. Colocó en su cuenta de Facebook fotos de un atractivo joven de 17 años, se hizo llamar «Pete» y, durante un mes, intercambió mensajes con Ashleigh hasta lograr una cita con ella.
Según informa la madre de Ashleigh, su hija tenía muchos amigos en su cuenta de facebook. «A todos los conocía personalmente —expresó la Sra. Hall—. No entiendo cómo pudo establecer esa relación con alguien a quien no conocía».
El triste final de Ashleigh puso en evidencia que las redes sociales que funcionan por medio de Internet tienen su lado bueno y su lado malo. Por un lado, te permiten estar en contacto con tus amigos, compartir con ellos noticias agradables y establecer nuevas amistades. Pero por otro lado, presentan todos los peligros que implica compartir información personal a través de un medio electrónico.
Si bien el final de Ashleigh Hall nos recuerda lo cuidadosos que debemos ser con la información personal que suministramos en la Red (además del peligro de entablar una relación con desconocidos), también nos recuerda una triste realidad: En este mundo hay gente muy buena, y también hay gente muy mala.
¿Cuál es la solución, entonces? ¿Desconfiar de todo el mundo? No exactamente. No se trata de que ahora veamos en cada ser humano un Peter Chapman. Pero tampoco seamos tan inocentes como para creer que todo el que se nos acerca está procurando nuestro bienestar. Ya lo dijo el Señor en este mundo hay ovejas, ¡pero también hay lobos!
Ayúdame, Señor, a ser sencillo como la paloma, pero también prudente como serpiente.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

MANSO Y HUMILDE

«Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas» (Mateo 11: 29).

El Nuevo Testamento se escribió en griego. Entre los estudios de preparación para el ministerio estudié griego durante dos años Por desgracia, lo he olvidado casi todo. Las únicas palabras que recuerdo son adelphos mou, que significa, «mi hermano». Con todo, no puedo quejarme. Al menos, cuando voy a la iglesia el sábado por la mañana, puedo estrechar la mano de alguien y decirle: «feliz sábado, adelphos mou».
Todos los ejemplares del Nuevo Testamento, tanto si están en inglés, en español, en francés o en cualquier otro idioma, son una traducción del griego que hablaba en tiempos de Cristo. Es el Koiné o griego común. La palabra griega Koiné para «manso» significa amable, humilde, considerado, cortés.
En griego clásico, el que se hablaba incluso antes que el griego koiné, el término «manso» se usaba de tres maneras distintas. Lo usaban, en particular, los médicos, los marineros y los granjeros. Los médicos empleaban la palabra «manso» para describir los medicamentos relajantes que aliviaban el dolor. Cuando los marineros se referían a una fresca y suave brisa que refresca al marino acalorado, se refería a ella como una brisa mansa. Finalmente, los agricultores decían que el asno que había sido domesticado y estaba listo para colaborar en las labores de la granja era un asno manso.
El abuso de un medicamento puede arruinar una vida. Usado sin control, el medicamento puede matar en lugar de curar. Los que habitan en el trópico, en particular a lo largo de la costa sur de los Estados Unidos y en Centroamérica, saben que un huracán puede causar estragos. En una granja, la bestia de labranza o de tiro que nunca ha sido adiestrada resulta inútil. Cuando nos apercibimos de los peligros que esconden los medicamentos, vientos o una bestia sin adiestrar entendemos el sentido de la palabra «mansedumbre» en griego clásico: fuerza controlada.
Nuestro Señor Jesús dijo que era manso y humilde de corazón y que en él hallaríamos descanso para el alma (Mat. 11: 28). Él nos ayudará a controlar nuestra fuerza. ¿Se imagina cómo serían los hogares si los progenitores se mostrarán con mansedumbre? Si queremos enseñar a nuestros hijos a ser como Jesús, tenemos que reflejar su carácter; es decir, nosotros también debemos ser mansos y humildes. Una persona humilde no piensa en sí misma, sino en los demás. (Basado en Mateo 5:5)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill