martes, 27 de agosto de 2013

ASPÍRALO

Lugar: Inglaterra
Palabra de Dios: Jeremías 33:8

Notando una delgada capa de polvo sobre la silla del restaurante, M. Cecil Booth sacó su pañuelo. Pero, en lugar de quitar el polvo con él, puso el pañuelo sobre el asiento. Luego, inclinó su cara muy cerca de él, y succionó con fuerza.
El señor Booth comenzó a toser, cuando el polvo voló por el aire y se le metió por la boca. Los otros clientes se dieron vuelta, para ver qué pasaba. ¿Qué estaba haciendo, aspirando el polvo? ¿Estaba loco?
Pero, el señor Booth estaba satisfecho con el resultado. Su pañuelo había recogido una parte del polvo; podía darse cuenta por el círculo de manchas negras. Salló del restaurante habiendo probado que la succión era una manera de quitar el polvo. Y así se desarrolló, en su mente, la idea de la aspiradora.
Su primera aspiradora, construida en 1902, era una maquina grande, montada sobre ruedas de carro. Quienes la manejaban, estacionaban en la calle y hacían pasar largas mangueras de hasta 240 metros por las ventanas. Qué manera interesante de deshacerse de la tierra de la casa. Los vecinos siempre sabían cuando alguien estaba limpiando.
Ahora, las aspiradoras son mucho más portátiles; quizá tengas una en tu casa, para aspirar el polvo. Pero cómo puedes quitar la suciedad de tu vida? 0 dejas que quede allí, y se junte?
Dios está dispuesto a «aspirar» los pecados de nuestras vidas. El dice: «Los purificare de todas las iniquidades que cometieron contra mi; les perdonare todos los pecados con que se rebelaron contra mí». No necesitas vivir con suciedad. Invita a Dios a que limpie tu vida.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿ESTÁS ACTUALIZADA?

La mujer que teme al Señor es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras! Proverbios 31: 30-31

Cada día surgen más expectativas en torno a quienes nos ha tocado vivir en esta época, con todas sus implicaciones. Por dondequiera que vayamos, la gente espera que actuemos de acuerdo a las condiciones que imperan en el momento actual. Claro está, los parámetros van a diferir de acuerdo a la sociedad ya la cultura de referencia. No obstante, nosotras, las hijas de Dios, deberíamos preguntarnos qué parámetros son los que debemos observar con respecto a la realidad imperante, aunque sin fallarle al Señor.
Sin lugar a dudas, el papel de la mujer en la sociedad ha sufrido cambios fundamentales, y muchas nos hemos sumido en una especie de confusión que nos impide dar lo mejor de nosotras mismas. El mundo feminista proclama a voz en cuello la liberación de la mujer del yugo del varón, y entra en una pugna infructuosa, aunque es conveniente enfatizar que no podremos obtener la superación y el reconocimiento que deseamos mientras imitemos conductas varoniles impropias.
Por supuesto que las hijas de Dios deberíamos vivir en armonía con lo que la vida moderna nos exige. Debemos ser mujeres en constante desarrollo personal para encontrar sabiduría y conducirnos apropiadamente en este tiempo mientras que lo femenino pierde su valor. No debemos despreciar las características de nuestra naturaleza, porque son un don de Dios para nuestra felicidad y realización.
Tenemos el deber de transmitir a las más jóvenes la imagen de que somos cristianas felices y realizadas, sin tener que usurpar ni desear las funciones masculinas. Debemos esforzarnos con todo empeño en formar familias felices. Este esfuerzo debe ser con nosotras mismas. No intentemos parecemos a otra persona, ni siquiera para demostrar a los hombres que podemos hacer las cosas mejor que ellos. El apoyo masculino siempre será necesario y debemos buscarlo intencionalmente.
Únicamente recibiremos aprobación o desaprobación de parte de nuestro Dios. Sin embargo, recordemos que él nos dará todo lo que haga falta. Ese es el gran consuelo y aliciente que podemos recibir a diario, si lo demandamos a Dios con fe y sinceridad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

¿UNA DEFINICIÓN DE AMOR?

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Juan 3:1).

Juan no intenta describir el amor de Dios, sino destacar su altura, profundidad y anchura.
Por eso dice “Fíjense qué gran amor” nos ha manifestado Dios, y luego suspende su intento de describirlo. Viktor Frankl narra en El hombre en busca del sentido último lo que le sucedió en el campo de concentración cuando un incidente le recordó a su esposa separada cruelmente de su lado. La fila de prisioneros caminaba por una carretera, en medio del frío invierno, sin abrigos, casi desnudos, antes del amanecer, rumbo al trabajo. El dolor y el sufrimiento eran atroces. Pero la mente de Frankl se concentró en el recuerdo amoroso y al parecer se acercó a una comprensión de la profundidad del amor de Dios.
“Por primera vez comprendí la sólida verdad dispersa en las canciones de tantos poetas o proclamada en la brillante sabiduría de los pensadores y los filósofos: el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre. Entonces percibí en toda su profundidad el significado del mayor secreto que la poesía, el pensamiento y las creencias humanas intentan comunicarnos: la salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor. Intuí cómo un hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad […] si contempla el rostro de su ser querido. Aun cuando el hombre se encuentre en una situación de desolación absoluta, sin la posibilidad de expresarse por medio de una acción positiva, con el único horizonte vital de soportar correctamente, con dignidad, el sufrimiento omnipresente, aun en esa situación, ese hombre puede realizarse en la amorosa contemplación de la imagen de su persona amada. Ahora sí entiendo el sentido y el significado de aquellas palabras: ‘Los ángeles se abandonan en la contemplación eterna de la gloria infinita'”.
Quizá esa comprensión del amor de Dios capacitó a los mártires para cantar en medio del martirio y morir alabando a Dios. Es el amor que todos debemos cultivar para amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y toda nuestra mente. Creo que ese amor se pide y se recibe del Señor, pero también se cultiva y se ejercita en la práctica de la vida cristiana. Es el amor de los cristianos maduros, porque han conocido más de cerca a Dios.
Busquemos ese amor hoy.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL GOZO DE LA COMUNIÓN CON CRISTO EN EL CIELO

Me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:8.

Mientras estaban sentados alrededor de la mesa de la comunión, Cristo habló palabras de interés intenso para sus discípulos. Pronto habrían de atravesar escenas que serían la prueba más severa para ellos. No solo vio claramente su propia humillación y sufrimiento, sino también vio el efecto que esto tendría sobre los discípulos. No los dejaría en tinieblas acerca de su obra futura…
Sabía que en su dolor serían asaltados por el enemigo, porque la astucia de Satanás tiene mayor éxito cuando se la emplea contra los que están deprimidos por las dificultades…
Durante estas últimas horas de dolor, Cristo les dijo a sus discípulos que en la noche de su juicio todos serían escandalizados por causa de él, y que lo abandonarían.
Les dijo que por algunos momentos después de su muerte estarían tristes, pero que su pena se convertiría en gozo. Les dijo que llegaría el momento en que serían echados de las sinagogas, y que los que los mataran pensarían que estaban sirviendo a Dios. Declaró con sencillez por qué les había dicho estas cosas mientras todavía estaba con ellos, para que cuando se cumplieran sus palabras, recordaran que él les había hablado acerca de ello antes que pasara, y así fueran fortalecidos para creer en él como su Redentor…
Las declaraciones de Cristo entristecieron y sorprendieron a los discípulos.
Pero fueron seguidas por la aseveración consoladora: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3)…
Estas palabras de consuelo no solo fueron dichas a los discípulos; también a nosotros. En las últimas escenas de la historia de esta tierra, arderá la guerra.
Habrá pestilencias, plagas y hambre. Las aguas de las profundidades rebasarán sus límites. El fuego y las inundaciones destruirán las propiedades y las vidas.
Debemos estar preparándonos para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman. Hay reposo para el conflicto de la tierra. ¿Dónde se encuentra?
“Para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. El cielo es donde se encuentra Cristo. El cielo no sería cielo para los que aman a Cristo si él no estuviera allí -Review and Herald, 19 de octubre de 1897.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White