«Cumplan ustedes todos los mandamientos que hoy les he dado [...] para que vivan muchos años en esta tierra que el Señor prometió dar a los antepasados de ustedes y a sus descendientes; tierra donde la leche y la miel corren como el agua» (Deuteronomio 11:8,9).
Imagina que te lanzas a un río que está lleno de miel en vez de agua. ¡Qué pegajoso desastre! ¿Cuánto tardaría tu mamá en lavar tu traje de baño? ¡Pobrecita!
Dios le prometió a su pueblo una tierra especial en la que podrían vivir y les dijo que en esa tierra fluían leche y miel. ¿Crees que esto quiere decir que había miel en los ríos y leche en los lagos? No, claro que no. La leche y la miel eran dos de los alimentos favoritos en los tiempos bíblicos. Lo que Dios quiso decir era que la tierra que les daría tenía lo mejor de todo.
¿Sabías que Dios también quiere darte lo mejor de todo? ¡Y de hecho, lo hace! Pero eso no significa que él te va a dar todo lo que quieras. Lo que significa es que Dios te dará paz y te hará feliz porque él vivirá en ti. Él te dará una vida de la que fluyan leche y miel. ¡Y tu cabello no estará pegajoso! ¿Le entregarás hoy tu vida a él?
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush