Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés… dijo: El Señor te reprenda. Judas 9.
Satanás estuvo feliz cuando provocó que Moisés perdiera la paciencia y golpeara la roca en Cades. Estuvo aún más feliz cuando Moisés murió. Ahora podía mantenerlo como prisionero en la tumba para siempre; o al menos eso era lo que pensaba.
Si Moisés hubiera confiado en Dios y se hubiera mantenido firme contra las repentinas tentaciones del demonio, el Señor podría haber hecho algo especial por su siervo. Dios había querido que Moisés guiara a los hijos de Israel en el cruce el río Jordán hacia la Tierra Prometida, y el líder habría sido llevado al cielo sin morir. Pero ahora Moisés estaba en esa tumba solitaria al este del Jordán, fuera de la vista humana, y Satanás reclamaba el cuerpo como de su propiedad.
Sin embargo, Dios no iba a dejar a Moisés en la tumba por mucho tiempo. Poco después de ese entierro secreto en Moab, el arcángel Miguel, quien es Cristo mismo, descendió del cielo, acompañado por un grupo de ángeles brillantes. Aunque Satanás estaba alarmado, no tenía ni idea de lo que le esperaba.
“Por primera vez, Cristo iba a dar vida a uno de los muertos” [Patriarcas y profetas, p. 511).
Satanás organizó a su fuerza de ángeles malos para la batalla y, al principio, parecía un empate. Se jactó de que Moisés era su prisionero. “Moisés mismo no pudo guardar la Ley de Dios”, se sonrió Satanás con suficiencia. “Se dio la gloria a sí mismo. Ese fue el mismo pecado por el cual yo fui arrojado del cielo. ¡Ahora me pertenece!”
Jesús no se detuvo a discutir. Podría haberle refrescado la memoria a Satanás sobre cómo comenzó el pecado en primer lugar y el cruel trabajo que Satanás había estado haciendo desde entonces. Podría haberle recordado que el diablo había atrapado a Moisés en un momento en que estaba con la guardia baja y lo sorprendió en pecado. Pero él no hizo esto. Acusar y discutir son los métodos del diablo.
“El Señor te reprenda”, dijo Cristo mientras miraba al enemigo directamente.
Y, con eso, Jesús resucitó a Moisés de modo triunfal y lo llevó al cielo, mientras el diablo y sus ángeles malvados se quedaban allí con sus bocas abiertas. Satanás y su hueste no pudieron discutir con la evidencia del poder de Cristo.
El así llamado derecho de Satanás de mantener a la gente prisionera en la tumba ya no existía.
“La resurrección quedó asegurada para siempre… los justos muertos volverían a vivir” [ibíd.. p. 512).
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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