Lugar: Holanda
Palabra de Dios: Eclesiastés 2:11; Mateo 6:20, 21
¿Qué podrías comprar con dos cargas de trigo, cuatro cargas de centeno, cuatro bueyes gordos, cuatro barriles de cerveza, dos barriles de mantequilla, quinientos kilos de queso, una cama, un conjunto nuevo de ropa y una taza de plata? Allá, por la década de 1630, eso es lo que alguien pagó por un solo bulbo de tulipán.
Los tulipanes, introducidos en Holanda en 1562, aumentaron su popularidad hasta que comenzó la “tulipán manía”; una locura que duró entre 1634 y 1637. Todo era una gran apuesta. Todos esperaban que el bulbo que habían comprado produjera una flor multicolor, que supuestamente era muy valiosa.
La gente compraba y vendía bulbos por centenares, e incluso miles, de dólares; mucho dinero, en aquel entonces. Algunos hasta vendían todo lo que tenían para comprar un bulbo o dos. Eventualmente, la “tulipán manía” fue disminuyendo. Y entonces ¿qué? Todo lo que quedó fue un montón de bulbos de tulipán… y muchas personas insatisfechas.
La satisfacción en la vida no proviene del dinero o de lograr ganancias rápidas. No es el resultado de bienes terrenales. En Eclesiastés 2, el sabio rey Salomón informó que él lo tenía todo: casas y viñas, jardines y parques, músicos y esclavos. Era dueño de más animales que cualquier otra persona en Jerusalén, y poseía mucho oro y plata.
Todo lo que quería era suyo. Pero, al final, concluyó reconociendo: “…vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida”.
Jesús sabía que nada en este mundo puede traer satisfacción y contentamiento; ni el dinero, ni el tulipán más valioso, nada. Él dio un consejo mejor. Dijo: “Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson