El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos. Deuteronomio 33: 27 NVI.
En este primer día del nuevo año, te pregunto: ¿Ya descubriste el propósito de tu vida? ¿Cuáles son tus aspiraciones? ¿Estás dispuesto a asumir riesgos, con tal de alcanzar tus objetivos? El siguiente relato, del libro God's Little Devotional Book for Teens [Pequeño libro devocional de Dios para adolescentes], pp. 28, 29), te puede ayudar a responder.
Es la historia de un joven que no sabía qué hacer con su vida. Tenía aspiraciones, pero no le gustaba correr riesgos. Cierto día fue a un parque. Mientras pensaba qué hacer, se distrajo observando a las ardillas. Le llamó especialmente la atención una ardillita que dio un salto impresionante, casi suicida, tratando de pasar de un árbol a otro. No lo logró. Luego subió al árbol donde había estado antes. Lo intentó de nuevo y... ¡lo logró!
—Es curioso —comentó un hombre que estaba cerca—. Las he visto lanzarse de una rama a otra, incluso cuando hay perros merodeando y, sin embargo, se arriesgan. Todavía no sé de ninguna que haya muerto en el intento.
Este hombre no sabía del dilema que el joven estaba enfrentando, pero sus palabras no pudieron ser más apropiadas. Luego añadió:
—Supongo que prefieren correr ese riesgo a pasarse toda la vida en un solo árbol.
El joven no necesitó oír más. Las ardillas le acababan de enseñar una valiosa lección: en la vida solo progresan quienes están dispuestos a asumir riesgos.
Esta es otra manera de decir que nunca lograrás superarte mientras esperas que las cosas ocurran. En esta vida todo lo que vale la pena requiere de esfuerzo, tal como lo indica la conocida cita de Elena G. de White: «Recuerden [jóvenes] que nunca alcanzarán una norma más elevada que la que ustedes mismos se fijen. Fíjense, pues, un blanco alto y asciendan todo el largo de la escalera del progreso paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio» (Mensajes para los jóvenes, p. 69).
Te desafío a colocar tus sueños, tus aspiraciones e incluso tus temores en las manos de Dios. Te invito a subir con determinación «la escalera del progreso, paso a paso». Si llegaras a resbalar en el intento, recuerda que Dios estará cerca de ti. Sus brazos eternos te sostendrán.
Señor, al iniciar este nuevo año, me propongo vivir para tu gloria. Que tus brazos de amor me sostengan en el camino.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala