«Los que viven en Marot se retuercen de dolor ansiando sentirse bien, porque el Señor ha hecho que el mal llegue» (Miqueas 1:12).
¿En qué momento la gente dice «¡ayyy!»? Obviamente cuando algo les duele. Pero, ¿sabes por qué se siente el dolor? ¿Te gustaría que la próxima vez que te pincharas un dedo no te doliera? Bueno, suena como una buena idea, pero en realidad no lo es.
Dentro de tu cuerpo hay unos pequeños hilos llamados nervios. Cuando te pinchas un dedo, te quemas la mano o te golpeas en la nariz, tocas los nervios. Estos envían inmediatamente una señal a tu cerebro alertándolo de que has recibido una herida y entonces sientes dolor El cerebro le ordena al dedo, la mano o a cualquier otra parte del cuerpo, que se aleje rápidamente de lo que le está causando el dolor. Por eso es tan importante y bueno poder sentir dolor, ¿no te parece? Si no lo sintieras dejarías la mano puesta sobre la estufa caliente.
A veces debemos aprender lecciones difíciles en la vida, tal vez porque hemos hecho cosas equivocadas o como consecuencia de errores que otros han cometido. A veces no es una parte de nuestro cuerpo la que está herida, sino nuestros sentimientos. El dolor nos ayuda a aprender a no volver a hacer esas cosas. Dios quiere que aprendamos de los errores. Es duro sentir dolor pero, ¿cómo podríamos aprender sin él?
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush