«Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para buscarlo en su templo» (Salmo 27:4).
A lo largo de toda su vida, George Müller (1805 - 1898), un predicador cristiano y coordinador de varios orfanatos en Bristol, Inglaterra, se ocupó de 10,024 huérfanos. Se hizo famoso por administrar los orfanatos únicamente por fe. Una de las reglas que su organización tenía que seguir era que jamás se pediría dinero a nadie. Los datos y las cifras relativas a las necesidades jamás tenían que ser reveladas a nadie, solo se podían manifestar a Dios en oración. Se escribieron muchos libros sobre su vida y su obra. En ellos se recogen testimonios de respuestas directas a sus peticiones verdaderamente increíbles e inspiradoras.
Por desgracia, algunos han llegado a la conclusión de que la oración puede ser una excelente herramienta para acumular riqueza. El término «apoyo de la oración» puede ser un eufemismo para hablar del apoyo financiero, ya sea un ministerio de radio o televisión o un proyecto de jóvenes de la iglesia. Seguro que ha escuchado estas palabras (o algunas similares): «Como todos ustedes saben, nos encontramos ante una empresa que solo se puede llevar adelante por fe. Para suplir todas nuestras necesidades, solo confiamos en Dios; porque ustedes, su pueblo, son generosos para prestar su apoyo a un proyecto que permite que, con una inversión de cincuenta mil dólares a la semana en nuestro programa, el evangelio alcance a millones de personas».
Evidentemente, pedir dinero no es nada malo. Sin embargo, pretender que el ministerio se sostenga únicamente por la fe en Dios al tiempo que se emplea una descarada estrategia publicitaria es, cuando menos, una contradicción.
Además de que la casa de oración de Dios es utilizada con fines económicos, de manera implícita, se les dice a las masas que pueden enriquecerse con la oración. Me hablaron de un empresario cristiano que pedía dinero para construir un rascacielos de oficinas y estudios de televisión. Prometió a sus oyentes que sus «bendiciones» se multiplicarían por treinta si oraban; por sesenta si oraban y daban dinero; y por cien si oraban, daban dinero y lo hacían rápido.
Se pide a la gente que ore: «Señor, bendíceme... haz que prospere... dame…» Algunos de estos maestros sugieren que Jesús vestía con ropa de diseño. ¿Por qué, si no, los soldados se repartieron su ropa a suertes?
Debemos poner sumo cuidado en no tratar de usar la oración para satisfacer nuestros deseos egoístas. Basado en Mateo 21:12-16
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill