Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le comparé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca (Mateo 7:24).
Aunque la mayoría de los moluscos tienen dos valvas u otro medio de protección, la lapa es vulnerable porque solo tiene una valva. Las gaviotas ladronas y los hambrientos cangrejos, así como otros enemigos, siempre están vigilantes para sorprender a una lapa cuando está descuidada. Por eso, la lapa se mantiene siempre cerca del único ambiente que le puede proporcionar cierto grado de seguridad, es decir, las rocas.
Si dispone de una sólida roca como fundamento y cuenta con un notable mecanismo que le permite adherirse a ella mediante su gran músculo ventral, esta pequeña criatura puede derrotar prácticamente a todos sus enemigos. Cuando una lapa se aferra a su fundamento de roca, se necesita algo más que tirar o empujar para sacarla de allí. La única manera de sacarla consiste en deslizar un cuchillo debajo de la valva, para desarmar la ventosa que la mantiene adherida a la roca. Pero como sus enemigos naturales no poseen cuchillos, todo lo que tiene que hacer para protegerse es aferrarse a ella. La lapa está dotada de un reflejo que funciona tan rápido como el relámpago, de manera que al menor toque o cambio de presión en su valva, literalmente se aferra a su roca para "salvar la vida".
La forma cónica de su valva también le ayuda. Cuando una poderosa ola golpea la roca en la que vive la lapa, el agua, en lugar de sacarla de allí, obra como una fuerza que le ayuda a mantenerse más firmemente adherida a ella.
Este fenómeno ocurre solo cuando la lapa se encuentra en la roca, sin embargo. Si sale a hacer una excursión por otros lugares, en la arena o en otra sustancia no consistente, la primera ola que llegue o el primer enemigo que aparezca significarán su perdición.
La lapa depende plenamente de un fundamento sólido, es decir, una casa construida sobre la roca, por así decirlo. Y debe estar constantemente en guardia, porque a menos que disponga de una base sólida, estará perdida.
Devoción matutina
Por: Santiago A. Tucker.
«Maravillas de La Creación»