De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).
El nuevo nacimiento es un misterio que ocurre en nuestro interior, una nueva oportunidad de vida surgida de un encuentro personal con el Dios que se hizo hombre y habito entre nosotros. Los misterios, así como los milagros, no se pueden explicar, solo sentir.
¿Cómo y cuándo ocurre el nuevo nacimiento? Nadie lo puede predecir. Lo cierto es que cuando el corazón humano se enfrenta al amor divino, queda despojado de todo orgullo, vanidad, egoísmo y rencor, para dar cabida a ese amor que penetra hasta lo más profundo del ser. Quizás tu pasado no sea tan dramático como el de la mujer adúltera, pero el pecado siempre aflige.
«Tal vez te preguntes cuál es tu razón de vivir. ¿Por qué Dios se empeña en preservarte la vida? A continuación, te doy varias razones para que encuentres tu respuesta, y sobre todo para que encuentres a Jesús, quien se encargara de poner tu vida en su lugar, porque él está deseando obrar ese milagro en ti.
«Razón de vivir me diste cuando yo no tenía. / Me tendiste tus brazos cuando el mundo me abandono. / Me diste alegría cuando solo sentía amargura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Cambiaste mi llanto y mi lamento en gozo. / Todos mis sueños trajiste a la realidad. / Tú me miraste con ojos de amor y ternura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Es por eso, Señor, que te amo. / Y es por eso que yo te amare. / Cambiaste mi vida y mi corazón, /y una nueva criatura ya soy. / Por eso, Señor, yo le canto. / Y por eso, yo te alabare. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar».
¿Ahora sabes cuál es tu razón de vivir? Si te atormenta tu pasado, si crees que tu presente carece de sentido, si te sientes como una carga para los demás, o simplemente estas inconforme contigo misma, vuelve a leer los versos anteriores y, aunque no conozcas la música, sentirás que tienes muchas razones para decirle a Cristo: «Gracias, Señor tu amor me ha dado una razón de vivir».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El nuevo nacimiento es un misterio que ocurre en nuestro interior, una nueva oportunidad de vida surgida de un encuentro personal con el Dios que se hizo hombre y habito entre nosotros. Los misterios, así como los milagros, no se pueden explicar, solo sentir.
¿Cómo y cuándo ocurre el nuevo nacimiento? Nadie lo puede predecir. Lo cierto es que cuando el corazón humano se enfrenta al amor divino, queda despojado de todo orgullo, vanidad, egoísmo y rencor, para dar cabida a ese amor que penetra hasta lo más profundo del ser. Quizás tu pasado no sea tan dramático como el de la mujer adúltera, pero el pecado siempre aflige.
«Tal vez te preguntes cuál es tu razón de vivir. ¿Por qué Dios se empeña en preservarte la vida? A continuación, te doy varias razones para que encuentres tu respuesta, y sobre todo para que encuentres a Jesús, quien se encargara de poner tu vida en su lugar, porque él está deseando obrar ese milagro en ti.
«Razón de vivir me diste cuando yo no tenía. / Me tendiste tus brazos cuando el mundo me abandono. / Me diste alegría cuando solo sentía amargura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Cambiaste mi llanto y mi lamento en gozo. / Todos mis sueños trajiste a la realidad. / Tú me miraste con ojos de amor y ternura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Es por eso, Señor, que te amo. / Y es por eso que yo te amare. / Cambiaste mi vida y mi corazón, /y una nueva criatura ya soy. / Por eso, Señor, yo le canto. / Y por eso, yo te alabare. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar».
¿Ahora sabes cuál es tu razón de vivir? Si te atormenta tu pasado, si crees que tu presente carece de sentido, si te sientes como una carga para los demás, o simplemente estas inconforme contigo misma, vuelve a leer los versos anteriores y, aunque no conozcas la música, sentirás que tienes muchas razones para decirle a Cristo: «Gracias, Señor tu amor me ha dado una razón de vivir».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera