«Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Mateo 23:12).
La noche en que fue traicionado, en el aposento alto, Jesús hizo algo que era impensable para los discípulos. En la cultura de los tiempos bíblicos, nadie que no fuera un sirviente hacía eso. Sin embargo, Jesús tomó una toalla y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Pedro fue el más sorprendido y protestó en voz alta diciendo que él jamás permitiría que Jesús le lavara los pies.
Jesús explicó que si no le permitía que le lavara los pies, no podía ser su discípulo (Juan 13:8). Luego, cuando acabó, dijo: «Ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (Juan 13:15).
La cultura de nuestro tiempo enseña que para ser alguien importante es necesario, por decirlo de algún modo, «trepar» sobre las espaldas de los demás. El mundano quiere ascender a cualquier precio. Pero, con su ejemplo, Jesús nos enseñó que subir es lo mismo que bajar.
En Florida, donde vivimos, hay muchas fuentes de agua que proceden de ríos subterráneos. Algunas son tan caudalosas que, nada más salir a la luz, el agua ya corre como un verdadero río. Es habitual que los aventureros se pongan una escafandra y, buceando, exploren los ríos subterráneos.
Un día un hombre que estaba explorando el interior de una de esas fuentes, de pronto tuvo la impresión de que las burbujas que salían de su respirador iban hacia abajo. Se dio cuenta de que algo andaba mal con su sentido de la orientación y que era preciso salir de ahí. Pero no sabía en qué dirección ir. Sabía que las burbujas siempre suben y que, si quería salir, tenía que seguirlas.
Pero temía seguirlas, porque le parecía que iban hacia abajo. Si no quería morir ahogado, tenía que tomar una decisión con rapidez. ¿Qué hacer: lo que sabía que es lo correcto y seguir las burbujas que «bajaban» o ir en la dirección que él creía que era la correcta? Eran los hechos contra la sensación. Afortunadamente, decidió hacer lo que sabía que era correcto. Siguió las burbujas, aunque pareciera que bajaban, y pronto estuvo sano y salvo en la superficie.
El buzo descubrió que, si quería subir, tenía que ir hacia abajo. Así mismo debemos hacer los seguidores de Jesús. Basado en Juan 13:15
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill