Lugar: India
Palabra de Dios: 1 Timoteo 1:12
Aesha es una pequeña niña que creció en un orfanato misionero. Allí aprendió acerca de Jesús y lo acepto como su salvador. Pasaron muchos años, y pronto se estaba preparando para dejar el orfanato y casarse. Desafortunadamente, pasó algo que cambió drástica mente sus planes. Empezaron a salirle unas llagas en la mano, y el médico le diagnosticó lepra.
Aesha tuvo que ir a vivir a un refugio especial para leprosos. Cuando llegó allí, vio a muchas mujeres tristes dando vueltas por allí, desesperanzadas y sintiéndose rechazadas. Todo parecía sucio, incluyendo sus habitantes. Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar que ella podía llegar a parecerse a esas mujeres.
Una persona del personal la saludó.
—Bienvenida— le dijo.
Luego, le preguntó si le gustaría ayudar a atender a esas mujeres. Aesha accedió enseguida. Ahora, se sentía mucho mejor de estar allí.
Queriendo hacer lo mejor que podía para compartir el amor de Dios con las otras mujeres, comenzó una pequeña escuela donde les enseñaba a leer y escribir. Aesha también les ensenó cantos acerca de Dios, y muchas mujeres aprendieron de Jesús a través de su ministerio.
Las cosas comenzaron a cambiar. Los rostros, tristes, perdieron sus miradas de desesperanza. Las mujeres comenzaron a ocuparse de sus cosas y a hacer que el lugar estuviera más limpio y alegre. Aunque Aesha lentamente comenzó a sentir los efectos físicos de su enfermedad, siempre tenía una sonrisa en el rostro. Fácilmente podría haberse entristecido y deprimido, pero su fe en Dios le dio una actitud positiva frente a la vida, y encontró gozo sirviendo a otros.
Al igual que el apóstol Pablo, Aesha podía decir: «Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me considera digno de confianza al ponerme a su servicio».
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson