Engañosa es la gracia y vana la hermosura. (Proverbios 31:30).
La vanidosa reina que quería ser la más bella se ha convertido en el prototipo de muchas mujeres que, aunque no se consideran malvadas como ¡a bruja de Blancanieves, sí desean tener siempre a mano algo o a alguien que alabe su hermosura. Podemos obtener grandes lecciones de los dos personajes centrales de este cuento: la madrastra, mujer sin escrúpulos, celosa y malvada, aunque bella; y Blancanieves, joven sencilla, muy hermosa externamente, pero más hermosa aún en su interior.
¿Te has dado cuenta de que estás rodeada de muchas mujeres y de que todas y cada una de ellas tienen encantos especiales? ¿Es eso motivo de envidia para ti? ¿Cómo manejas el hecho de que tu belleza es superada por la de otras? ¿Te sientes acomplejada o inferior porque Dios no te ha dado un físico más deslumbrante?
Cuando era adolescente pensaba mucho en mi tísico. La juventud en sí misma ya nos hace bellas, pero sentimos la necesidad de gustar a los demás. Yo jugaba a formarme a mí misma con lo mejor de mis antepasados. Primeramente me pondría un cabello rubio con muchos rizos suaves y abundantes, igual que mi abuela materna. Después tendría sus preciosas piernas, que la gente no se cansaba de elogiar. Y así iría cambiando cada parte de mi cuerpo por la de alguna otra mujer de mi familia que consideraba más hermosa que yo. Un día me di cuenta de que me estaba obsesionando con ser más bella de lo que Dios me había hecho, en lugar de darle gracias por cómo me había creado. Ese momento fue determinante para mí; siempre lo recordaré, porque entonces decidí que el espejo no sería el juez de mi belleza.
El carácter de aquella doncella llamada Blancanieves era lo que realmente la había convertido en la mujer más hermosa del reino. La Biblia nos asegura que la gracia y la hermosura son vanas si no están revestidas del amor de Cristo. Preocúpate hoy por tu belleza, pero no te mires en ningún espejo mágico. La verdadera magia proviene del hecho real de contemplar a la persona de Jesús.
Sea hoy tu oración: «Señor, ayúdame a ser bella, como tu corazón».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La vanidosa reina que quería ser la más bella se ha convertido en el prototipo de muchas mujeres que, aunque no se consideran malvadas como ¡a bruja de Blancanieves, sí desean tener siempre a mano algo o a alguien que alabe su hermosura. Podemos obtener grandes lecciones de los dos personajes centrales de este cuento: la madrastra, mujer sin escrúpulos, celosa y malvada, aunque bella; y Blancanieves, joven sencilla, muy hermosa externamente, pero más hermosa aún en su interior.
¿Te has dado cuenta de que estás rodeada de muchas mujeres y de que todas y cada una de ellas tienen encantos especiales? ¿Es eso motivo de envidia para ti? ¿Cómo manejas el hecho de que tu belleza es superada por la de otras? ¿Te sientes acomplejada o inferior porque Dios no te ha dado un físico más deslumbrante?
Cuando era adolescente pensaba mucho en mi tísico. La juventud en sí misma ya nos hace bellas, pero sentimos la necesidad de gustar a los demás. Yo jugaba a formarme a mí misma con lo mejor de mis antepasados. Primeramente me pondría un cabello rubio con muchos rizos suaves y abundantes, igual que mi abuela materna. Después tendría sus preciosas piernas, que la gente no se cansaba de elogiar. Y así iría cambiando cada parte de mi cuerpo por la de alguna otra mujer de mi familia que consideraba más hermosa que yo. Un día me di cuenta de que me estaba obsesionando con ser más bella de lo que Dios me había hecho, en lugar de darle gracias por cómo me había creado. Ese momento fue determinante para mí; siempre lo recordaré, porque entonces decidí que el espejo no sería el juez de mi belleza.
El carácter de aquella doncella llamada Blancanieves era lo que realmente la había convertido en la mujer más hermosa del reino. La Biblia nos asegura que la gracia y la hermosura son vanas si no están revestidas del amor de Cristo. Preocúpate hoy por tu belleza, pero no te mires en ningún espejo mágico. La verdadera magia proviene del hecho real de contemplar a la persona de Jesús.
Sea hoy tu oración: «Señor, ayúdame a ser bella, como tu corazón».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera