miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡REDIMIDOS!

Nadie podía aprender el cantico, sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. (Apocalipsis 14:3)

Este mundo muy pronto recibirá la libertad del pecado que lo subyuga. Vemos a través de la historia pasada las incuestionables señales de que Dios ha obrado a favor de la humanidad preparando el camino para redimir a su pueblo. Si confiamos en que hasta aquí el Señor nos ha dirigido con sabiduría y fidelidad, tendremos la certeza de que nuestra redención está cerca.
Considera cómo Dios ha actuado en nuestras vidas para que tu fe se afiance en él:
1. Hemos sido «rescatados». El plan de salvación se materializó en la cruz del Calvario, donde Cristo expiaba la culpa de la humanidad.
2. Hemos sido «perdonados». La sangre que fue derramada sobre aquel madero ha sido suficiente para limpiar los pecados de toda la humanidad, incluyendo, por supuesto, los tuyos y los míos. Por esta razón podernos exclamar: «¡Alabado sea Dios, que me ha perdonado!».
3. Hemos sido «reconciliados». Cristo volvió a unir el cielo con la tierra. Su sacrificio es el puente que une el mundo caído con el mundo divino.
4. Hemos sido «renovados». La obra que el Espíritu Santo hace en nuestro favor completa la transformación que se requiere para ser considerados libres de culpa.
5. Hemos sido «redimidos». Cristo nos ha redimido con su preciosa sangre, por lo cual somos extranjeras y advenedizas en este mundo, nuestra ciudadanía está en los cielos, donde muy pronto estaremos consumando el maravilloso plan de salvación.
¿Tienes la certeza de haber sido redimida? La vida cristiana es una experiencia de gozo, porque no tenemos que esperar al futuro para disfrutar de sus múltiples bendiciones. Cristo nos da la bendición de ser partícipes de su gloria incluso antes de que sea consumada en el ciclo. Si aprendemos a disfrutar de la compañía divina en la tierra, podremos estar a gusto en el cielo, donde viviremos eternamente con Jesús.
¿Estás ya disfrutando de la vida eterna que Dios te ha dado? ¿Deseas formar parte de los coristas que cantarán el canto de victoria?
«Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo» (Fil. 3: 20).

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA SAL DE LA TIERRA

Vosotros sois la sal de la tierra. Mateo 5:13.

En su Sermón de la Montaña, Jesús usó la ilustración de la sal para señalar la misión que tendrían sus seguidores a lo largo de todos los tiempos.
En el presente, la sal es utilizada para realzar el sabor de los alimentos. Imagínate un plato de tu comida favorita. Antes de hacer la oración hueles el aroma que sale del plato y sientes que se te "hace agua la boca". Ya en tu paladar y en tu mente estás dispuesto a disfrutar ese plato, pero después de la oración y al llevarte a la boca los alimentos, te das cuenta que le "falta algo". Sin querer, tu madre se olvidó de echarle sal. Por más sal que le eches ahora, verás que ya no es lo mismo.
Además, el consumo de alimentos salados produce sed. Si vas a un cumpleaños y consumes papas fritas o maní salado, verás que después de algunos bocados tu apetito demanda líquido. Esa es otra característica natural de la sal, que después de ser consumida requiere que se tome agua.
Como cristianos, estamos llamados a realzar el sabor de nuestra sociedad. En un mundo acostumbrado al egoísmo, los cristianos debemos ser generosos. En un lugar donde hay insultos y malas palabras, los cristianos debemos hablar correctamente. En una sociedad que está acostumbrada a engañarse y a robarse, los cristianos debemos decir la verdad y ser honestos. En un mundo que no tiene esperanza y que vive sin sentido, los cristianos debemos contar nuestra bendita esperanza y mostrar el sentido que Jesús ha dado a nuestra vida.
Y así como la sal produce sed, los cristianos debemos producir en otros la sed de Cristo. Por esta razón, Jesús declaró de sí mismo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:37, 38).
Al escribir esta página, me pregunto qué grado de "salinidad" posees. Es posible que seas adventista de cuna y que todos los sábados vayas a la iglesia, quizá hayas asistido siempre a escuelas adventistas, es probable que cada día leas el folleto de Escuela Sabática y hasta vayas al culto de oración los miércoles. Pero si no estás comprometido con Jesús y su evangelio, si quienes te rodean no saben en qué consiste tu fe, tristemente no estás siendo "la sal de la tierra".
Por eso, al llegar a esta parte tengo que hacerte una invitación: Permítele al Espíritu Santo que dirija tus palabras en la testificación. Solo así llegarás a ser "sal" en tu hogar, en tu colegio y en tu iglesia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Génesis 4:9.

Caín vive en todos nosotros después de la entrada del pecado. Tal vez, seríamos incapaces de quitar la vida a alguien, pero para tener el espíritu de Caín no basta matar: es suficiente ignorar la existencia del hermano.
El pecado te hace perder la visión de la realidad; te escondes detrás de los árboles, como lo hicieron Adán y Eva, en el Jardín. Ignoras el dolor de los demás, y exclamas, como Caín: "¿Soy yo guarda de mi hermano?" La respuesta divina es: "Sí, lo eres, aunque no lo quieras aceptar. No puedes vivir solo para ti y para los tuyos. Necesitas abrir los ojos a las necesidades de las otras personas, al medio ambiente, a las injusticias de este mundo".
Nosotros no vamos a resolver los problemas ecológicos o sociales de la tierra, pero podemos contribuir para disminuirlos. No podemos acabar con el hambre mundial, pero podemos dar un pan al vecino. No podemos llevar consuelo a millones de personas que mueren sin Cristo y sin esperanza, pero podemos hacer una oración y llevar palabras de ánimo al que trabaja a nuestro lado.
No basta evitar mis pecados personales y tratar de ser bueno: buen padre, buen esposo, buen ciudadano, buen miembro de iglesia; es necesario hacer algo para aliviar los terribles problemas que el pecado trajo a esta tierra. Si es necesario votar en contra de las injusticias, hay que hacerlo; el cristiano no puede omitirse, y permitir que las fuerzas del mal sigan dominando las circunstancias.
Por otro lado, no puedes caer en la tentación de pensar que el mundo cae a pedazos por culpa de la injusticia social: por el contrario, la injusticia social es el resultado de un mal profundo, arraigado en la naturaleza humana, que la Biblia llama pecado. Ningún partido político, por bien intencionado que sea, será capaz de resolver los problemas del mundo, porque la raíz está en el corazón humano, y solo Jesús es capaz de cambiar el corazón humano y sus motivaciones.
Busca a Jesús; vive en compañerismo diario con él. Pero, no te aísles del mundo ni dejes de extender la mano al prójimo que necesita de ti, porque "Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón