martes, 1 de septiembre de 2009

EL REGALO DEL PERDÓN

La falta de perdón es como un veneno que tomamos a gotas diariamente y finalmente nos mata. Es el veneno más destructivo para el espíritu, porque neutraliza los recursos emocionales. La falta de perdón ata a las personas con el resentimiento y las mantiene encadenadas. El perdón libera de las ataduras que amargan el alma y nos enferman el cuerpo. La declaración de perdón es la clave para sentirnos liberados. Por lo general pensarnos que el perdón es un regalo que ofrecemos al ofensor, sin darnos cuenta que somos nosotros los únicos beneficiados. El perdón es una expresión de amor. Perdonar no es restarle importancia a lo que pasó ni darle la razón al que te lastimó. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni apruebes su acción. Es dejar de lado los pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojó. El perdón es una declaración que puedes y debes renovar diariamente. Muchas veces la persona más importante a la que debes perdonar es a ti mismo, por lo que no pudiste concretar según habías planificado. ¿Con quién estás resentido? ¿Eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? Perdona para que puedas ser perdonado. Recuerda que con la vara que mides serás medido.

Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

¿TE SIENTES ENFERMA? PERDONA

Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas (Salmo 103: 3-5).

Es muy fácil detectar a una persona pesimista, pues siempre habla negativamente de todo. Su rostro expresa cansancio y amargura, incluso he llegado a pensar que presenta síntomas de diversas enfermedades. ¿Sabes por qué? Porque el resentimiento, el odio, la envidia y la enemistad son factores que influyen en un 60% al 90% de las enfermedades que actualmente padecemos. El doctor S. I. McMillen, en uno de sus libros sobre salud, menciona que un espíritu perdonador nos puede salvar de:
Olitis ulcerativa Dermatitis nerviosa Bocio Artritis, Presión alta. Asma y problemas del corazón y otras más... En una ocasión una paciente visitó al médico. Después de varias consultas sin obtener buenos resultados el médico le dijo: «Si no corta usted los resentimientos, tendré que cortarle parte de su intestino». Al fin la mujer fue y arregló sus diferencias con un compañero de trabajo y su salud mejoró notablemente. El perdón es el mejor medicamento para el cuerpo y el alma. Relien Keller dijo en una ocasión: «La felicidad yace en la habilidad de perdonar el pasado y disfrutar el presente. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre; pero a menudo nos quedamos mirando tanto tiempo la puerta cerrada que no vernos la que está abierta para nosotras». ¿Quieres sentirte sana, física y espiritualmente? Aprende a perdonar y experimentarás una paz celestial, junto con una relación constante con Dios, quien nos dejó el mayor ejemplo de perdón cuando, en medio del dolor de los clavos, pidió perdón para quienes le estaban causando tanto sufrimiento. Señor, no quiero sentir odio ni resentimiento porque me hacen daño. Ayúdame a perdonar, quiero sentirme sana para ser mejor mujer, esposa, hija, estudiante, amiga y, sobre todo, una excelente cristiana.

Mireya Olave de Murríeta
Tomado de la Matutina manifestaciones d e su amor.

DE ENEMIGO A AMIGO

La respuesta amable calma el enojo. proverbios 15: 1

Asi que ustedes son los nuevos profesores—dijo el hombre mirándonos a Tom y a mí—. Bien, les diré lo mismo que le dije al director el año pasado. Sí esos diablillos meten una pelota en mí patio, no la recuperarán. Y si entran en mi propiedad llamaré a la policía. Ese fue nuestro primer encuentro con el Sr. Hess, el hombre que vivía junto a la escuela. —Es un viejo gruñón —dijo Jenny. El resto de la dase asintió con la cabeza. —Bueno, veamos qué podemos hacer para cambiar eso —determinó Tom. Al día siguiente, Tom fue a pedirle disculpas al Sr. Hess y le dijo que los alumnos se asegurarían de que no entraban en su propiedad. —Verá, no solo me molesta que entren en mi propiedad —dijo el Sr. Hess—. Tam­bién es el ruido. Hace poco operaron del corazón a mi esposa. Necesita descansar mu­cho; pero parece que cada vez que quiere echar una cabezadita, los crios se ponen debajo de su ventana y arman un gran barullo. Tom le dijo que encontraría la manera de hacer menos ruido por la tarde. Durante las siguientes semanas, los alumnos permanecieron alejados de la propiedad de los Hess. Iban al campo de atrás para jugar y saludaban al Sr. Hess cuando los miraba desde el porche. Un día, durante el recreo, dos jovencitas le llevaron una rebanada de pan a la Sra. Hess. Ella insistió en que se quedaran un rato y le hicieran una visita. Ese fue el principio de una amistad entre nuestros alumnos y los Hess. La pareja de ancianos vino al programa de Navidad. Los alumnos siguieron deteniéndose en su casa y haciéndoles visitas. El Día de los Enamorados, la Sra. Hess nos trajo un enorme pastel para todos. El Sr. Hess nos saludó cuando regresábamos a casa después de las clases. Y cuando una pelota rodó hacía su jardín, él nos la devolvió con una sonrisa. A veces, para hacer que un enemigo se convierta en un amigo, todo cuanto se necesita es un poco de amabilidad. Nunca subestime el poder del amor.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EL PODER DE LA RESURRECCIÓN

Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos curados. Isaías 53:5

Orley Ford fue un misionero adventista que trabajó durante muchos años en El Salvador. Como fruto de su ministerio, se organizaron decenas de iglesias, se construyeron muchos templos, se establecieron varias escuelas, y muchos jóvenes fueron enviados a la Universidad Adventista de Centroamérica para prepararse para el servicio de Dios.
Durante un viaje que hizo a su país natal, Estados Unidos, un examen médico rutinario descubrió que padecía un cáncer terminal. El médico le dio la aterradora noticia de que solamente le quedaban nueve meses de vida. Orley Ford regresó a su casa, listo y decidido a enfrentarse con la muerte. Las promesas divinas llegaron a ser sus armas de combate. Cada mañana continuaba la cuenta atrás hacia la muerte con un culto matutino y entonaba su himno favorito: "Paso a paso Dios me guía". La letra dice: «De mi afán fatigador, el descanso ha prometido, en su reino mi Señor, Paz divina y consuelo al conñar en él tendré, pues si algo sucediera Cristo lo sabrá muy bien». Veinticuatro horas antes de morir dirigió sus últimas palabras a cinco mil hermanos reunidos en el día de la hermandad: «Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo, y después de deshecha esta mí piel, aun en mi carne he de ver a Dios» (Job 19: 25, 26}; y agregó: «Nos veremos en el cielo. Por favor, no me vayan a fallar». La confianza de aquel siervo de Dios descansaba en la declaración bíblica de que la muerte es un enemigo vencido, de quien podemos burlarnos diciendo: «¿Dónde, está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» (í Cor. 15: 55). Jesús hizo un milagro. Cambió la ley de la muerte. Nunca más experimentará su creación el temor, la angustia y el dolor asociados con la muerte sin fin. Su sacrificio estableció una elección antes imposible para todo ser humano: la vida o la muerte. ¿Por qué algunos eligen la muerte eterna? No hay respuesta, pero sí se suscita otra pregunta: ¿Cómo es posible que esa sea su elección a pesar de conocer el evento de la resurrección? Cada vez que consideres la historia de la crucifixión y de la resurrección, dale gracias a Dios, porque allí se destruyo el dominio de la muerte, y ahora somos libres. La muerte ya no es el final de todas las cosas. Ora por aquellos que rechazan esta gran salvación. Tomado de la matutina Siempre Gozosos