«El Señor, el Dios todopoderoso, toca la tierra, y la tierra se derrite y lloran todos sus habitantes. La tierra sube y baja, como suben y bajan las aguas del Nilo» (Amos 9:5).
Aquí estamos, caminando nuevamente a orillas del río Nilo, en Egipto. ¡Qué emocionante aventura! Este es el mismo río del que leímos en el libro de Éxodo, cuando Dios envió las plagas y el agua se convirtió en sangre.
En las aguas del Nilo y sus riberas habitan muchas clases de animales. Hay grandes cocodrilos, más de una docena de serpientes venenosas e insectos que causan enfermedades. Esto da un poco de miedo, ¿verdad? En la antigüedad el río Nilo se desbordaba todos los años, causando inundaciones. Esto dejaba suelos fértiles que servían a los granjeros para plantar hermosos cultivos.
A veces la vida puede ser como el río Nilo. A veces ocurren cosas malas y puede haber peligros. Pero a pesar del veneno que Satanás pueda lanzarnos y que la vida parezca inundarnos de cosas malas, Jesús puede hacer que de lo malo salgan cosas buenas. Él puede traer suelos fértiles a nuestras vidas que nos ayuden a desarrollar y crecer como él quiere. Así que cuando las cosas malas parezcan envenenarte, pide a Jesús que inunde tu vida de bendiciones.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush