“A cualquiera que haga tropezar
a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al
cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del
mar” (Mateo 18:6).
La sentencia que
aplica este versículo es de las más aterradoras que encontramos en la Biblia.
Dicha, además, en el contexto del Nuevo Testamento nos hace pensar en la
gravedad de la ofensa. ¿Qué significa “hacer tropezar a uno de estos pequeños”
(o pequeñitos, según Marcos)?
El verbo original
griego es scandalizo, que significa poner un obstáculo para que otro tropiece o
invitar al pecado a alguien para que caiga. Existen diversas interpretaciones
sobre quiénes son estos pequeños. Hay comentaristas que ven aquí los jóvenes en
la fe, los que acaban de aceptar a Jesús; otros lo entienden como los humildes,
pobres, desvalidos o marginados; también hay quienes interpretan que se trata
de menores; es decir, niños. La verdad es que el pasaje puede referirse a
cualquiera de los grupos mencionados, pues es natural que Jesús salga en
defensa de los débiles que, estando en situación de desventaja, pueden ser
víctimas de depredadores que actúan para sacar provecho de los indefensos.
Como Jesús
acababa de tomar a un niño para ilustrar su mensaje (vers. 2-5), pensemos en el
texto aplicado a los niños. Son desgraciadamente muy comunes los casos de abuso
sexual o físico, siendo muchos desconocidos, pues los niños tienden a guardarlo
en secreto por miedo. El problema no tiene fronteras ni niveles sociales y los
riesgos son serios. A corto plazo, la víctima puede sufrir conflictos
emocionales, escaso rendimiento escolar, problemas para relacionarse o estrés
postraumático. Y a largo plazo, depresión, ansiedad, uso de alcohol y drogas,
delincuencia, o conductas de riesgo. Hay además un efecto muy común en quienes
han sido víctimas del abuso infantil: la autoestima deficiente. Una búsqueda
reciente en la base de datos EBSCO ha arrojado 749 estudios científicos que
relacionan el abuso y los problemas de autoestima en la última década. Esto
excluye artículos de divulgación, ensayos o comentarios y se limita a
publicaciones profesionales.
El Señor condena
toda acción de violencia, sexo o privación de lo necesario a los niños. Quienes
de pequeños fueron víctimas de estas situaciones tienden a sentirse culpables e
inferiores, pero ellos ni tienen culpa ni responsabilidad por esas acciones
malvadas. De hecho, Dios tiene un cariño especial por ellos y desea que no
sufran. Tanto si has sido víctima como si no, haz tuyas las palabras del
salmista: “Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo
y protección es su verdad” (Sal. 91:4).
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020