"Si el que te odia tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Así harás que se avergüence de su conducta, y el Señor habrá de recompensarte" (Proverbios 25:21, 22).
El rey de Siria estaba en guerra contra el reino de Israel, así que trató de organizar sus ataques con las mejores estrategias. Sin embargo, cada vez que acordaban algún ataque, Eliseo le contaba al rey de Israel los planes de sus enemigos. Al ver que sus maniobras militares fracasaban una y otra vez, el monarca sirio sospechó que había espías dentro de su corte. Pero sus colaboradores le informaron de que el profeta Eliseo era el responsable de la situación, ya que tenía la facultad de conocer lo que él hablaba en privado con sus asesores. Furioso, el gobernante sirio se dispuso a ir tras el profeta acompañado de todo un batallón. El escurridizo vidente no tendría opción de escapar. Así que a los pocos días puso sitio a la ciudad de Dotán para presionar a los habitantes para que entregaran al profeta. Al ver al temible ejército, el ayudante de Eliseo se llenó de temor. Pero el profeta le dijo con tranquilidad:
-No tengas miedo, que son más los que están con nosotros que los que están con ellos.
Entonces, suplicó al Señor que abriese los ojos de su ayudante. Al hacerlo, el joven pudo ver al ejército celestial apostado sobre el monte; estaba lleno "de gente de a caballo y carros de fuego" (2 Reyes 6:17). Después, pidió a Dios que encegueciera a las tropas sirias. Llenos de pánico, los oficiales del ejército sirio escucharon una voz que les decía:
-Este no es el camino correcto, ni esta la ciudad que estáis buscando. Seguidme, y yo os llevaré hasta el hombre que buscáis.
Eliseo condujo al ejército sirio a Samaria. Allí, le pidió a Dios que les abriera los ojos. Al hacerlo, los soldados se dieron cuenta de que estaban en medio de Samaria. Perplejo, el rey de Israel le preguntó al profeta si debía matarlos. Sin embargo, el siervo de Dios respondió:
-No, no los mates. ¿Acaso matarías a quienes con tu espada y con tu arco hicieras prisioneros? Más bien, dales pan y agua, y que coman y beban, y se vayan de regreso con sus amos.
Aquel acto de generosidad y amistad hizo que los sirios dejaran de pelear con sus vecinos de Israel.
El odio y y la violencia engendran más odio y espíritu de venganza. En cambio, la amistad y la generosidad resultan mucho más productivo.
Recuerda hoy orar por quienes te han hecho daño y sé generoso con ellos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI 2.0
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020.