Lugar: Estados Unidos
Palabra de Dios: Filipenses 4:4, RVR
Norman yacía en su cama de hospital, deseando poder dormir. No podía mover ni sus brazos ni sus piernas, y estaba sumamente dolorido. Solo una semana antes; había estado bien. Después, aparecieron los primeros síntomas, y todo había ido barranca abajo, a partir de allí.
Los estudios mostraron que el estado de Norman era grave. El tejido conectivo entre sus huesos se estaba degenerando rápidamente. Los médicos no le daban mucha esperanza.
Mientras Norman estaba en cama, pensando en su estado, se preguntó que había hecho que apareciera su enfermedad tan repentinamente. Sabía que el agotamiento podía ser un factor, y hacía poco había tenido mucho estrés emocional y físico.
«Si las emociones negativas y el estrés son factores claves, entonces quizá pueda revertir esto teniendo emociones positivas», especuló. «Quizá lo que necesite sea una buena carcajada». Y decidió poner a prueba su idea.
Al comenzar a ver programas graciosos de televisión, se asombró al ver que diez minutos de risa le permitían dormir por lo menos dos horas. Comenzó a leer libros de humor, y se esforzó por tener una actitud positiva ante la vida y hacia su enfermedad.
Los médicos se sorprendieron cuando Norman, que había estado debilitado y en cama, comenzó a recuperarse. Comenzó a dormir mejor, y lentamente recuperó el uso de sus brazos y de sus piernas. Unos pocos meses más tarde, volvió a su trabajo.
Aunque la risa no es un «cúralo todo», los científicos y los médicos han llegado a la conclusión de que una actitud positiva hacia la vida puede marcar una gran diferencia en nuestra salud general, tanto física, como espiritual, social y mental. Una buena dosis de risa es, a veces, exactamente lo que necesitamos. Así que, pon una sonrisa en tú rostro y ten una actitud positiva. «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!»
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson