Lugar: Washington D.C., EE.UU.
Palabra de Dios: Romanos 8:26.
Este es el 9-1-1. ¿En qué puedo ayudarlo? -dijo la telefonista, al atender la llamada.
Todo lo que oyó fue el ladrido de un perro. Pero, algo en el ladrido hizo que no colgara. "Algo debe andar mal", pensó. Localizó la dirección desde la cual provenía el llamado, y envió a un oficial de policía a ver qué pasaba.
El oficial Morrell llegó a la casa y encontró a una Rottweiler mirando por la ventana. El policía golpeó la puerta y gritó: "¿Hay alguien en casa?" Pero, nadie abrió la puerta. Dándose cuenta de que la puerta estaba sin llave, entró con cuidado a la casa y encontró a una mujer inconsciente, sobre el piso de la cocina.
Con una mirada rápida, el oficial se dio cuenta de lo que debía hacer. La anciana se había caído de su silla de ruedas y se había golpeado la cabeza contra el piso. Pronto llegaron los paramédicos y atendieron a la mujer.., bajo la atenta mirada de la perra; y luego la llevaron a la ambulancia. La mujer despertó en el hospital. Estaba viva gracias a su perra, Fe, de cuatro años.
Fe no es una perra cualquiera; es una perra de servicio, entrenada para ayudar a su dueña en la casa. Y cuando algo anda mal, Fe sabe cómo levantar el teléfono y empujar una tecla rápida para pedir ayuda. La anciana no podía llegar al teléfono, pero felizmente su perra sabía cómo cuidarla.
¿No sería lindo tener a alguien que te cuide así? Lo tenemos. La Biblia dice: "Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudamos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros" En otras palabras, aun cuando somos demasiado débiles para ayudarnos a nosotros mismos, el Espíritu Santo está allí, para nosotros. Podemos mantener nuestra conexión con Dios en todo momento.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson