El ángel de Jehová acampa, alrededor de los que le temen, y los defiende (Salmo 34:7).
Había terminado el encuentro del National Youth Service Corps [Organismo Nacional de Servicios a los Jóvenes], y volvía a mi hogar desde el norte hacia el sur de Nigeria; un viaje de trece horas.
La primera etapa del viaje me llevó hasta Jos, uno de los Estados de Ni-geria. Dormí en la casa de una amiga antes de continuar al día siguiente. Comúnmente, los conductores se detenían en un pueblo llamado Lokoja, en el Estado de Kogi, para descansar, comer y arreglar alguna cosa antes de continuar el viaje. Yo añoraba llegar, porque no había comido nada desde la mañana. Mi plan era comprar plátanos fritos para comer en el camino. Desafortunadamente, el conductor no se detuvo en el lugar donde los otros autobuses solían detenerse sino en otro, y por muy pocos minutos, y yo no pude comprar mis plátanos fritos, así que me sentía molesta y hambrienta.
Después de parar unos cuarenta minutos, continuamos el viaje. Cinco minutos más tarde, mientras subíamos una colina, vimos dos camiones cisterna que también subían, pero lentamente. El conductor de nuestro autobús trató de pasarlos, pero en el momento en que lo hacía, se dio cuenta de que había ocurrido un accidente: un choque de frente que involucraba un autobús y un auto. Lo que vi me impactó mucho. ¡Podríamos haber sido nosotros! Si no nos hubiésemos detenido donde lo hicimos, habríamos estado involucrados en este accidente. Inmediatamente comenzaron a caer lágrimas de mis ojos; me di cuenta de que Dios nos estaba dirigiendo.
Estacionamos, y algunos de los pasajeros se bajaron para ayudar. Afortunadamente no había ningún muerto, pero casi todos los pasajeros estaban lastimados. El accidente fue publicado en la televisión nacional. Mis padres habían visto las noticias antes de que yo llegara a mi hogar, y estaban preocupados porque sabían que tenía que pasar por ese lugar, a esa misma hora. Así que comenzaron a orar por mí.
Agradezco a Dios por haber escuchado nuestras oraciones. Le agradezco porque siempre está conmigo en todos los viajes que realizo. Nunca deja solos a sus hijos. Dios me mantuvo a salvo en una situación peligrosa.
Había terminado el encuentro del National Youth Service Corps [Organismo Nacional de Servicios a los Jóvenes], y volvía a mi hogar desde el norte hacia el sur de Nigeria; un viaje de trece horas.
La primera etapa del viaje me llevó hasta Jos, uno de los Estados de Ni-geria. Dormí en la casa de una amiga antes de continuar al día siguiente. Comúnmente, los conductores se detenían en un pueblo llamado Lokoja, en el Estado de Kogi, para descansar, comer y arreglar alguna cosa antes de continuar el viaje. Yo añoraba llegar, porque no había comido nada desde la mañana. Mi plan era comprar plátanos fritos para comer en el camino. Desafortunadamente, el conductor no se detuvo en el lugar donde los otros autobuses solían detenerse sino en otro, y por muy pocos minutos, y yo no pude comprar mis plátanos fritos, así que me sentía molesta y hambrienta.
Después de parar unos cuarenta minutos, continuamos el viaje. Cinco minutos más tarde, mientras subíamos una colina, vimos dos camiones cisterna que también subían, pero lentamente. El conductor de nuestro autobús trató de pasarlos, pero en el momento en que lo hacía, se dio cuenta de que había ocurrido un accidente: un choque de frente que involucraba un autobús y un auto. Lo que vi me impactó mucho. ¡Podríamos haber sido nosotros! Si no nos hubiésemos detenido donde lo hicimos, habríamos estado involucrados en este accidente. Inmediatamente comenzaron a caer lágrimas de mis ojos; me di cuenta de que Dios nos estaba dirigiendo.
Estacionamos, y algunos de los pasajeros se bajaron para ayudar. Afortunadamente no había ningún muerto, pero casi todos los pasajeros estaban lastimados. El accidente fue publicado en la televisión nacional. Mis padres habían visto las noticias antes de que yo llegara a mi hogar, y estaban preocupados porque sabían que tenía que pasar por ese lugar, a esa misma hora. Así que comenzaron a orar por mí.
Agradezco a Dios por haber escuchado nuestras oraciones. Le agradezco porque siempre está conmigo en todos los viajes que realizo. Nunca deja solos a sus hijos. Dios me mantuvo a salvo en una situación peligrosa.
Omolade Ajike Lada
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
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