«El interior del templo lo recubrió de cedro tallado con figuras de calabazas y flores abiertas. No se veía una sola piedra, pues todo era de cedro» (1 Reyes 6: 18).
Salomón estaba construyendo un hermoso templo para Dios. Según el versículo de hoy, había flores y calabazas talladas en las paredes de cedro. Las calabazas son unos frutos un tanto extraños. La mayoría de ellos no son buenos para comer.
Pero hoy quiero hablarte de una calabaza que se puede comer y además usarse en la bañera. ¡Así como lo oyes! Esta asombrosa calabaza, también conocida como luffa, es comestible cuando está verde y pequeña. A medida que este vegetal crece se va volviendo marrón y alcanza hasta 30 cm de largo. Cuando la pelas y le sacas las semillas, se convierte en una «esponja» que sirve para bañarse. Increíble. La próxima vez que vayas a la tienda con tu mamá, dile que te muestre una esponja natural o estropajo.
En el Salmo 51:2 David le pide a Dios: «¡Lávame de mi maldad! ¡Límpiame de mi pecado!». Ya ves, Dios es la mejor «esponja» del universo. Él no solo nos dio un fruto que nos ayuda a mantenernos limpios por fuera, sino que también nos ofrece el perdón que nos mantendrá limpios por dentro. ¡Esa sí que es una limpieza profunda!
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush