Lugar: Nueva Jersey, EE.UU.
Palabra de Dios: Isaías 55:8, 9
Después de revisar un recetario lleno de postres, mi amiga y yo decidimos hacer un pastel de chocolate. ¿Suena rico? A nosotras nos parecía que sí. Medimos la mantequilla, el azúcar, la harina y todos los demás ingredientes, y luego comenzamos a mezclar los ingredientes con una batidora eléctrica.
Pero, algo no parecía estar bien. Seguimos mezclando y mezclando, pero lo que teníamos en el recipiente no era cremoso y suave como debería haber sido. En lugar de eso, teníamos como una masa aceitosa. Volvimos al libro de las recetas. Y allí estaba el problema: nos habíamos salteado un paso.
Afortunadamente, pudimos arreglarlo y continuar, y el pastel de chocolate, después de todo, salió bien. Pero, me di cuenta de que tratar de hacer las cosas a nuestra manera, a veces, nos puede traer problemas. Es verdad que podemos modificar una receta de cocina. Puedes agregar ingredientes, quitar otros, y cambiar un poquito aquí y otro poco allá. Pero, cuando se trata del camino de Dios o mi camino, siempre es mejor seguir el camino de Dios.
Esta es la razón: "Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!"
Los caminos y los pensamientos de Dios son muy superiores a los nuestros. Si lo seguimos a él, el resultado final será mejor de lo que podríamos esperar. Y, para quienes quieran saberlo, sí, ¡el pastel de chocolate estuvo delicioso! Pero, no puede compararse con el maravilloso regalo que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson