Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este, cántico a Jehová. (Éxodo 15:1)
El cruce del Mar Rojo nunca deja de impresionarnos. Las aguas divididas en dos murallas inexpugnables, mostrando cuanta maravilla existe bajo el mar, hacían el cortejo al pueblo que acababa de ser libertado de las cadenas de la esclavitud. Hasta hacía poco sufrían el látigo opresor, ahora eran libres gracias al todopoderoso Dios, y en presencia de sus adversarios.
El cántico que entonaron los israelitas fue el resultado de aquella experiencia personal «Cantaré yo a Jehová, porque se ha cubierto de gloria» (Éxo. 15: 1), comenzaba este cántico que atesoraba el hecho histórico como legado a todas las generaciones. La Biblia dice que las mujeres se unieron en la alabanza.
En ocasiones pasamos por momentos difíciles en que nos sentimos rodeadas por murallas gigantescas. El mundo pone ante nosotras su aparente belleza, pero tras ella vemos un «faraón» que desea destruimos. En esos momentos difíciles en que nos sentimos entre la espada y la pared, Dios nos ordena avanzar hacia ese mar aterrador ante, el cual solo por fe podemos dar el primer paso.
Una vez has entrado al mar, no te detengas a contemplar los pececillos que nadan a tu alrededor. Al pueblo de Israel se le ordeno que marchara mirando hacia adelante, no que se detuviera a investigar lo que estaba ocurriendo. Ante la prueba, Dios te da la salida, pero no para que juegues con ella, sino para que salgas lo más pronto posible de la prueba.
No temas obedecer el mandato divino. Aunque el enemigo esté detrás, desafiante y vengativo, tienes un Dios que abre el Mar Rojo delante de ti. Tú puedes también elevar una canción de gratitud, un himno de victoria, porque con la ayuda divina, tu Mar Rojo se convertirá en un sendero seco que te llevará salva y segura hasta la patria celestial. Canta tu propia experiencia. Escríbela en una libreta o en un diario, y te darás cuenta de que aquel que ha estado contigo en el pasado y en el presente, también estará contigo hasta el fin del mundo.
Cuando recuerdas lo que Cristo lia hecho y hace por ti, tu corazón canta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El cruce del Mar Rojo nunca deja de impresionarnos. Las aguas divididas en dos murallas inexpugnables, mostrando cuanta maravilla existe bajo el mar, hacían el cortejo al pueblo que acababa de ser libertado de las cadenas de la esclavitud. Hasta hacía poco sufrían el látigo opresor, ahora eran libres gracias al todopoderoso Dios, y en presencia de sus adversarios.
El cántico que entonaron los israelitas fue el resultado de aquella experiencia personal «Cantaré yo a Jehová, porque se ha cubierto de gloria» (Éxo. 15: 1), comenzaba este cántico que atesoraba el hecho histórico como legado a todas las generaciones. La Biblia dice que las mujeres se unieron en la alabanza.
En ocasiones pasamos por momentos difíciles en que nos sentimos rodeadas por murallas gigantescas. El mundo pone ante nosotras su aparente belleza, pero tras ella vemos un «faraón» que desea destruimos. En esos momentos difíciles en que nos sentimos entre la espada y la pared, Dios nos ordena avanzar hacia ese mar aterrador ante, el cual solo por fe podemos dar el primer paso.
Una vez has entrado al mar, no te detengas a contemplar los pececillos que nadan a tu alrededor. Al pueblo de Israel se le ordeno que marchara mirando hacia adelante, no que se detuviera a investigar lo que estaba ocurriendo. Ante la prueba, Dios te da la salida, pero no para que juegues con ella, sino para que salgas lo más pronto posible de la prueba.
No temas obedecer el mandato divino. Aunque el enemigo esté detrás, desafiante y vengativo, tienes un Dios que abre el Mar Rojo delante de ti. Tú puedes también elevar una canción de gratitud, un himno de victoria, porque con la ayuda divina, tu Mar Rojo se convertirá en un sendero seco que te llevará salva y segura hasta la patria celestial. Canta tu propia experiencia. Escríbela en una libreta o en un diario, y te darás cuenta de que aquel que ha estado contigo en el pasado y en el presente, también estará contigo hasta el fin del mundo.
Cuando recuerdas lo que Cristo lia hecho y hace por ti, tu corazón canta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera