sábado, 28 de abril de 2012

MÁS DULCE QUE UN PROFITEROL


«¿Puede comerse sin sal la comida desabrida? ¿Tiene algún sabor la clara de huevo?» (Job 6:6, NVI).

¿Estás listo para el postre? Ven a mi cocina, que mi esposa está preparando unos deliciosos profiteroles. Los profiteroles son unas bolas de masa dulce rellenas de una deliciosa crema batida. ¡Son riquísimos!
Yo le pregunté a mi esposa cómo hacía para que quedaran tan suaves y esponjosos y ella me dio el secreto. ¿Estás listo para saberlo? Aunque no lo creas, el ingrediente clave es la clara de huevo. Cuando ella está amasando la harina, le echa una clara de huevo a la mezcla. ¿Te has dado cuenta de que no puedo dejar de hablar de ellos? ¡No puedo esperar a probarlos! Cuando los profiteroles salen del horno están suaves y esponjosos. La clara de huevo es la que marca la diferencia. Si no fuera por ese ingrediente, los profiteroles serían unas simples bolas duras de masa que nadie querría probar
¿Sabías que tú también puedes ser como la clara de huevo? Puedes ser la clase de persona que suaviza y endulza todo lo que le rodea. Con una sonrisa y una buena actitud, puedes animar incluso a la persona más triste que te encuentres. Así que si alguien dice que eres muy dulce, dale las gracias y ofrécele una buena sonrisa.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ALABANZA


¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! (Salmo 150:6 NV1).

¡Qué bonito! «Todo lo que respira», dice el texto. Pero, ¿acaso hay algún ser vivo que no respire? Las plantas respiran y toman oxígeno para poder vivir. Los animales, grandes y pequeños, también lo hacen.  Y cuando oigo cantar a los pájaros pienso que ellos, con sus preciosos trinos, están alabando al Señor.
Del mismo modo nosotras debemos alabar al Señor siempre, en todo momento, en todo lugar, se cual sea el problema que estemos atravesando, porque sin él nada de lo que existe, existiría.
Siempre deberíamos decir, como el Salmo 57: 5: «Exaltado seas sobre los cielos». Al levantarnos por la mañana nuestro primer acto debería ser alabar a Dios porque nos da otra oportunidad de servirle, porque un día más podemos preguntarle: «¿Qué quieres que haga, Señor?».
Y una razón más poderosa aún para alabarle es el santo sábado, el día que ha sido bendecido por él para que lo adoremos. Un día para que lo dediquemos a nuestro Creador en un acto de alabanza.
Querida hermana, esa actitud de alabanza que rendimos al Señor debería ser algo constante, porque él siempre está a nuestro lado; ¿qué más podemos desear?
Así como dice el salmista, que esta mañana puedas decir antes de comenzar tus tareas diarias: «Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón. Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre,  «Altisimo» (Sal. 9:1-2).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por  Rosita Val

¿ES SUFICIENTE LA SINCERIDAD?


Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento y en toda comprensión [...], a fin de que seáis sinceros e irreprochables para el día de Cristo. Filipenses 1:9,10, RV95.

Hace ya unos cuantos años, en Los Ángeles, California, una joven llamada Ángela murió después de un tiroteo con la policía. Durante su funeral el sacerdote oficiante dijo: «Ángela era una muchacha sincera, honesta y querida que, al igual que Cristo, murió por sus creencias». Resulta curioso que al describir a la misma joven, el escritor Charles Swindoll afirmó que Ángela era «una bandida depravada, prófuga de la justicia, entrenada en el siniestro arte de matar» (The Quest for Character [La búsqueda del carácter], p. 65).
¿Estaban el sacerdote y el escritor hablando de la misma persona? Uno la describe como una persona honesta, e incluso la compara con Cristo porque sinceramente murió por sus creencias; el otro, la describe como una asesina.
¿Por qué semejante contradicción? El problema está en la manera en que el sacerdote entiende la palabra «sinceridad». En su opinión, Ángela era digna de admiración por su «sinceridad» en lo que creía y hacía. Pero la pregunta que cabe aquí es: ¿Hay algún mérito en creer sinceramente en el error? ¿O en hacer sinceramente algo malo? Si la virtud está en la sinceridad de la persona, independientemente de cuan bueno o malo sea lo que haga, entonces probablemente deberíamos librar de toda culpa a Judas y a muchos otros que sinceramente hicieron lo malo.
¿Cómo determinamos si un acto es correcto o incorrecto? No es precisamente por la sinceridad con que se lo ejecute. Un acto será bueno si armoniza con los principios de la Palabra de Dios. Será malo si contradice esos principios, no importa  cuán sinceros seamos al realizarlo.
¿Significa esto que no hay valor alguno en la sinceridad? Sí lo hay. Dios quiere que con sinceridad plena creamos y practiquemos la verdad, que hagamos lo correcto y sirvamos al prójimo. Porque la sinceridad tiene valor, pero cuando va acompañada de todo lo que es verdadero, lo respetable, lo justo, lo puro y lo amable (ver Fil. 4:8).
Por esta razón, en nuestro texto de hoy el apóstol Pablo ora, no solo para que seamos sinceros, sino también irreprochables. E irreprochable significa... intachable, recto, íntegro.
Señor, ayúdame a ser sincero y  también en mis pensamientos, palabras y actos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

SOLO DIOS Y USTED


«Si retraes del sábado tu pie de hacer tu voluntad en mi día santo y lo llamas "delicia", "santo",  "glorioso de Jehová", y lo veneras,  no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová» (Isaías 58: 13-14).

Le explicaré qué es, a mi juicio, una buena guía para la observancia del sábado. Recuerde que el sábado no tiene nada que ver con el reloj o el calendario, sino con nuestra relación con Dios. El aniversario de boda es importante porque celebra el matrimonio. Por tanto, si el sábado tiene algún significado, este surge del compromiso con Jesús.
Supongamos que se acerca nuestro aniversario de boda y mi esposa me pregunta:
—Cariño, ¿qué haremos el día de nuestro aniversario? ¿Qué te parece si comemos fuera?
Yo podría responder:
—Sí, vayamos
Luego añade:
—Es que últimamente hemos trabajado mucho y creo que sería agradable que fuéramos solo nosotros  dos.
—¿Que dices: ¿Nosotros dos solos? —protesto —  Yo había pensado en llevar a alguien con nosotros.
—¿En quién pensabas?
—En Alice, una antigua novia de los días en que iba a la academia. Esta semana está en la ciudad.
Por suerte, la ilustración se acaba aquí.
Pero queda claro que sería algo muy inapropiado. Dejé de amar al mundo y las cosas que están relacionadas con él (1 Juan 2:15). Así, cuando pienso en lo que es apropiado hacer en este día tan especial, un buen principio a seguir es el siguiente: No traer a las antiguas parejas. Pertenecen a la vida antigua. Por eso no voy a la playa en sábado. La playa es para los otros días, para otras ocasiones, pero no para el aniversario del sábado. Tampoco voy al restaurante en sábado, porque el ambiente me distrae. Soy de la opinión que, en la medida de lo posible, deberíamos rodearnos de un ambiente y la compañía de quienes celebran el aniversario de manera parecida a la nuestra.
Si yo insistiera en llevar a mis antiguas novias al aniversario de mi boda, mi esposa empezaría a dudar si realmente siento algo por ella. De manera similar, sí pasamos el sábado relacionándonos con el mundo y divirtiéndonos, no tarda en surgir la pregunta de si realmente valoramos nuestra relación con Dios. Basado en Mateo 12:8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill