lunes, 31 de enero de 2011

¡ACTÍVATE!

Coloca las palabras en orden para que descubras el texto del día de hoy.

«VISERMOS ONC ZAREPU, ENNOCOMITOCI, TANCONSCIA Y BANDOD», 2 Corintios 6: 6.

La madre Teresa de Calcuta pasó a la historia debido a todo lo que hizo a favor de los desamparados. Su amor, dedicación y bondad hicieron que muchas de esas personas olvidadas y despreciadas pudieran sentir un poco de cariño humano.

Se cuenta que, en cierta ocasión, la madre Teresa pasaba cerca de una cloaca y vio algo que se movía. Se detuvo para ver qué era y se dio cuenta de que era una persona moribunda. Pidió que la ayudaran a levantar al pobre hombre y se lo llevó al albergue. Allí lo bañaron, le pusieron ropa limpia y pocas horas después murió. Pero antes de morir dijo: "He vivido mis ultimas horas como una verdadera persona".

Dicen que en otra ocasión, le regalaron un automóvil a la madre Teresa para que pudiera realizar mejor sus recorridos. Una de sus ayudantes se puso muy contenta y lo comentó a la religiosa, que respondió que también estaba contenta, porque gracias a ese regalo podía obtener una buena cantidad de dinero para ayudar a la gente; claro, vendiendo el vehículo.

Ella no prestaba atención a sus necesidades; deseaba satisfacer las de los demás. Si mantienes tu conexión con Jesús, podrás manifestar bondad a quienes te rodean.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

SU GRAN FIDELIDAD

Grande es hasta los cielos tu misericordia y hasta las nubes tu verdad (Salmos 57:10).

Cuando nos sentimos turbadas y desanimadas, por lo general miramos al cielo buscando ayuda. Y es que allí, en el cielo, se encuentran la inmensidad del amor divino y la única fuente de paz para el alma. Así como el espacio es infinito, el amor y la fidelidad de Dios tampoco conocen límites ni fronteras. Puede ser que todo a tu alrededor se desplome, o que murallas gigantes se alcen impidiéndote ver más allá del obstáculo o de la prueba más inmediatos, pero arriba siempre hay un cielo que no se puede ocultar. Hay un mundo de esperanza, de amor, de paz, de confianza y de fidelidad.
Si estás pasando por momentos de crisis, únete al salmista cuando dijo: «Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad. Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad» (Sal. 89: 1, 2).
¿Puedes comparar tu fidelidad con la del Señor Jesús? ¿Cuántas veces has hecho promesas de consagración y servicio, y cuántas veces las has roto? En cambio tu Dios, ¿te ha fallado alguna vez? En el libro de Lamentaciones encontramos una declaración interesante: «El gran amor de) Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!» (Lam. 3: 22, 23, NVI). En estas palabras podemos encontrar la respuesta a nuestra pregunta.
Aunque a veces todo te parezca mera teoría porque no puedes palpar su presencia, nunca dejes de confiar en el Dios que por amor a ti tomó forma de siervo y se humilló hasta la muerte. Si tú no fueras importante para él, su sangre no habría sido derramada bajo tanto sufrimiento. Allí, pendiendo del madero, Jesús sintió tu agonía, tu sufrimiento, tu incertidumbre, tu debilidad. Por ti oró y su ruego llega hasta hoy cada vez que presenta sus manos heridas como testigos de su gran amor y fidelidad hacia ti, y garantía de que tu victoria está segura en sus manos.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

CUIDADO AMOROSO

E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Génesis 37:14.

Dios, que es amor, creó a sus hijos a su imagen con la posibilidad de dar y recibir amor. Ese amor que poseen los padres se demuestra de muchas maneras, y una de ellas es a través de los cuidados y atenciones que ellos dedican a sus hijos.

Esos cuidados no siempre son bien interpretados. Ese fue el caso de Carolina. Ella ya tenía 18 años y estaba terminando el nivel medio para luego ingresar a la universidad. Tenía una buena relación con sus padres y hermanos, pero se encontraba algo cansada de tantas restricciones familiares. Lo había manifestado con palabras y con algunos hechos, pero su padre, mostrándose inflexible y sabiendo que les daba lo mejor, le habló de las bondades que Dios había derramado sobre la familia y que la religión no era algo pasajero. El problema es que Carolina se había propuesto asistir al baile de los egresados, tuviera o no tuviera el permiso familiar. La decisión ya estaba tomada, solo faltaba ejecutarla.
Sus padres no apoyaban en absoluto su decisión, y se generó una tensión que Carolina no deseaba tener. En busca de ayuda me comentó: "Yo quiero ir a ese baile, pero no consigo que mi padre me dé permiso. Si me llego a escapar, tendré castigo por más de un año, así que no sé qué hacer. Es ridículo que con más de 18 años quiera cuidarme como su fuera una bebé".
Jacob mostró una preocupación similar cuando envió a José para ver cómo estaban sus hermanos en el pastoreo de ovejas. Dios ha colocado en el corazón de los padres el deseo de que sus hijos estén bien, y esta solicitud se demuestra de muchas maneras: restringiendo la asistencia a ciertos lugares, fijando horarios, buscando saber información sobre las actividades de los hijos, ofreciéndoles consejo a sus hijos. Aunque a veces interpretes todo esto como una intromisión, generalmente son una manera de decirte: "te quiero mucho".
Aunque los hermanos de José ya eran hombres, Jacob se sentía responsable y deseaba cuidarlos como si fueran niños. De la misma manera muchos padres procuran cuidar a los suyos, porque a través de esa solicitud, es Dios quien está cuidando a los hijos. Por eso, al iniciar este día, dale gracias a Dios por sus cuidados, y por utilizar a tus padres para protegerte.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

VUESTRA LUZ

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16.

De todas las órdenes dadas por Jesús, tal vez esta sea una de las que confunde al ser humano. No es que no le guste brillar; al contrario, vivimos en un mundo en que todos quedan deslumbrados por las luces. Cada año, miles se inscriben en programas de televisión, soñando con 15 minutos de fama. Multitudes hacen largas filas en búsqueda del nuevo celular que apareció en el mercado; se endeudan a fin de tener un automóvil último modelo, con la intención de ser vistos.
¿Quién no desea brillar? Desdichadamente, no es de ese tipo de brillo que habla la Biblia. El texto de hoy se refiere al carácter; a lo que soy cuando las luces se apagan; a lo que hago cuando nadie me ve. El carácter es el sello de la personalidad. Se manifiesta desde adentro hacia afuera. Es el resultado de algo que sucede en el interior. Se nutre de las horas de meditación, estudio de la Biblia, y de la oración.
Observa al cielo. ¿Qué ves? ¿El sol? El astro rey fue hecho para brillar. Es fuente de calor, luz y energía.
Mira otra vez al cielo. ¿Qué ves? ¿La luna? La luna también brilla, y proporciona luz.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? El sol brilla porque es la fuente; la luna, porque refleja la luz del sol. Esta es la lección de hoy.
Si deseas brillar de verdad, necesitas comprender que eres luna, y no sol; que tu brillo no proviene de ti sino de Dios. Cuando recibes su luz, tu brillo es la consecuencia. De otro modo, tu vida se transforma en una permanente desesperación por aparecer; aunque, para eso, debas transitar caminos peligrosos que te conduzcan a la muerte.
No existe nada más triste que intentar brillar solo por fuera, aparentado y mostrando una faceta que solo existe en público.
Hoy, al comenzar un nuevo día, ve a Jesús. Permite que su presencia santifique tu vida; deja que su carácter se reproduzca en tu vida; que tus pensamientos sean los suyos y que tus acciones sean el resultado natural de tu compañerismo con él.
Búscalo de todo tu corazón, para que "así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón