jueves, 5 de mayo de 2011

UNA MADRE

Su madre le hacía una pequeña túnica y se la traía cada año. (1 Samuel 2:19)

El deseo de Ana era comprendido por Elí, ya que en su cultura la mujer era considerada maldita si no tenía hijos. Pero Ana no solo deseaba un hijo, sino que su amor de madre era semejante al verdadero amor divino. Su amor iba mucho más allá del deseo de acariciar a su bebe, de besarlo, de alimentarlo y educarlo, ella quería lo mejor para él, aunque eso implicara vivir separada del ser que más amaba y por el cual había sufrido tanto.
Cuando Dios asumió el papel de madre al crearnos, no solo pensó en el placer de sentarse a conversar con sus hijos; él nos hizo libres para que nuestra felicidad pudiera ser completa, aunque eso implicara que pudiéramos tomar decisiones que nos alejarían de él. Después del pecado, Dios llama a sus hijos una y otra vez con gemidos indecibles, intentando buscar un lugar en nuestro corazón.
Repasa tu vida. ¿Has tenido una madre como Ana? La Biblia dice que, aunque nuestra madre pueda llegar a olvidarse de nosotros, hay un Dios que nunca lo hará. Por eso, asegúrale de que su amor pueda producir en ti gratitud hacia tus progenitores humanos y sobre todo hacia tu Creador.
«¡Si tienes una madre todavía, /da gracias al Señor que te ama tanto, /que no lodo mortal contar podría / dicha tan grande ni placer tan santo. / Si tienes una madre, se tan bueno / que ha de cuidar tu amor su paz sabrosa, / pues la que un día te llevo en su seno / siguió sufriendo y se quedó dichosa. / Ella puso en tu boca la dulzura / de la oración primera balbucida, / y plegando tus manes con ternura, / te enseñaba la ciencia de la vida. / Si acaso sigues por la senda aquella / que va segura a tu feliz destine, / herencia santa de la madre es ella, / tu madre sola te enseño el camino* (E. Neuman).
Te invito a que en este día repases la historia de esta gran mujer. Su ejemplo de fe, valor y amor te ayudara en tu relación con tus hijos y sobre todo en tu relación con Dios.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

IMÁGENES ADICTIVAS

Todas las cosas me son licitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son licitas, mas yo no me dejare dominar de ninguna. 1 Corintios 6:12.

Fernando era uno de los alumnos más inteligentes de su clase. Respondió a una invitación para estudiar la Biblia y comenzó a hacer uno de los cursos ofrecidos. Me sorprendió la capacidad de aprendizaje que poseía. Durante más de un año estuvo aprendiendo verdades importantes de las Escrituras, hasta que llegamos al tema del bautismo. Como había ido aceptando y practicando lo que aprendía, supuse que aceptaría tomar el bautismo bíblico, pero me dijo que esperaría un tiempo. No quiso darme explicaciones, pero dio a entender que no estaba preparado para dar ese gran paso.
Me quede intrigado. Yo lo percibía como un cristiano sincere y cabal, que estudiaba la Biblia por voluntad propia y de igual manera asistía a la iglesia, ya que su familia no era adventista. A la semana siguiente, después de orar, retome el tema de su decisión postergada y le pregunte: "¿Fernando, hay algo que pueda hacer, además de orar, para que esta decisión no se postergue en tu vida?" Después de pensar la respuesta me dijo: "Capellán, yo hago casi todo lo que hacen los adventistas, pero no puedo guardar el sábado en su totalidad. En mi hogar ven televisión todos los días, y el sábado no es la excepción. Yo he intentado no hacerlo, pero se me hace imposible. Admito que el deseo es más fuerte que yo y siempre me gana".
Una de las características de la televisión actual es su alto poder adictivo. La velocidad en que sus imágenes son transmitidas, la gran cantidad de colores, formas y contenido que presenta, cautivan los sentidos a tal grado que logran dominar la voluntad del espectador. Lo que Fernando vivía no era extraño, ya que miles de personas ignoran voluntariamente a sus familiares, los deberes domésticos, el ejercicio o cualquier otra actividad, con tal de satisfacer su adicción a las imágenes. No tienen libertad. Aunque tienen "el control remoto" en sus manos, el verdadero control lo posee el televisor.
No todos están adictos a la televisión, pero todos debemos tener cuidado de no dejarnos dominar por su atracción. El apóstol Pablo, sabiendo el peligro que hay detrás de cualquier tipo de adicción expreso: "Todas las cosas me son licitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son licitas, mas yo no me dejare dominar de ninguna". ¿Por qué no querría el dejarse "dominar" por ninguna de esas cosas licitas? Porque sabía que su vida espiritual coma peligro.
Permite que Jesús sea el centre de tu vida.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ÉL OS DIO VIDA

Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Efesios 2:1.

Monte Olivo es una pequeña ciudad, en el interior del estado de Carolina del Norte. Una ciudad sin mucho atractivo, simple, llena de sembradíos de frijoles y tabaco. Aquí hay una iglesia hispana, conformada mayormente por guatemaltecos; gente también simple, pero de un corazón del tamaño del mundo. El otro día, almorcé en la casa de uno de ellos, y me contó la historia de su conversión. En aquella época, el ganaba trescientos dólares por semana, y con eso mantenía a la esposa y a los dos pequeños hijos; quiere decir, intentaba mantenerlos porque, además de ser una pequeña cantidad de dinero, lo gastaba todo con los amigos y la bebida.
Un domingo, llegó a casa al anochecer. Había recibido su pago el viernes de tarde, y se había puesto a beber con los amigos hasta el domingo. El lunes de mañana despertó para ir al trabajo: el cuerpo adolorido, el sabor amargo de la derrota en la boca, y la resaca sacudiéndole el alma. Al salir de casa, noto que los hijos y la esposa no tenían que comer. La esposa simplemente lo miraba, y no decía nada; estaba ahí, en un rincón de la sala, como resignada ante esa triste situación. Los niños pequeños, observándolo asustados, como si mirasen a una persona extraña que nada tenía que ver con ellos.
-Pastor -me dijo el muchacho, con los ojos llenos de lágrimas-, no pude resistir más. Sentí como un puñal clavado en mis carnes. ¿Qué estaba haciendo yo con esa mujer y con esos niños? Salí como un loco, corrí por las calles de la ciudad, entre en una iglesia y me entregue a Jesús. Ese día, llegue tarde al trabajo; pero, ese día, mi vida cambió definitivamente. Dios obró un milagro en mi vida.
Almorcé con esa linda familia. ¡Un hogar feliz! Los ojitos de los niños brillaban de emoción, miraban a su padre como si fuese un gran héroe; la esposa también lo miraba con ojos llenos de amor y de admiración. Y yo, a un lado de la mesa, sentía el corazón apretado al ver un milagro más, realizado por Jesús.
Después me fui, andando... pensando en la vida. Alce los ojos al cielo, y me pareció ver el rostro de Jesús preguntándome: "¿Crees que valió la pena haber muerto en la cruz?"
Nada dije. Apenas sonreí, y continúe andando. A lo largo de mi vida, he visto tantos milagros como este. ¿Qué puede hacer el ser humano frente a ese poder? Nada; a no ser someterse y aceptarlo. Por eso, hoy, antes de iniciar tus actividades diarias, recuerda que "él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón