jueves, 1 de septiembre de 2011

LAS TRES DIMENSIONES – 1ª PARTE

Vosotros sois mis testigos, dice Jehová. (Isaías 43:10).

La Wikipedia define la palabra «dimensión» como «la libertad que tiene un cuerpo para realizar un movimiento en el espacio. Comúnmente, las dimensiones de un objeto son las medidas que definen su forma y tamaño». En el caso de los seres humanos, gozamos de una gran libertad para decidir qué movimientos realizaremos en nuestro espacio, en nuestra esfera de influencia, y de ese modo vamos estableciendo las dimensiones que definirán la forma y el tamaño de nuestra personalidad. Todos tenemos que elegir una de estas tres dimensiones:
1. La dimensión topológica, en la que se encuentran los «topos», aquellas personas que han decidido quedarse escondidas bajo la tierra. No han podido superar sus circunstancias, ni tampoco a sí mismas, y se visten de forma desaliñada, se sumergen en el vicio como vía de escape. Son esas personas que carecen de perspectiva, que caminan por inercia, sin una meta, sin un horizonte, sin un propósito.
2. La dimensión horizontal. Esta es la más popular. Aquí se encuentran todos aquellos que están en la onda, que van a la moda. Sus gustos y preferencias, su forma de vestir, de actuar y de hablar, están regidos por los conceptos actuales y por lo tanto eso los hace sentirse cómodos, aceptados por la mayoría. Esta dimensión, aunque mucho más placentera que la anterior, provoca una inestabilidad en la conducta humana, ya que obedece a la máxima: «¿Adónde va Vicente? Adónde va la gente», y la gente no siempre sabe adónde va.
3. La dimensión vertical. Es bastante impopular. Tienes que esforzarte para hallar a las personas que viven en esta dimensión. Allí están los Josés que dicen: «¿Cómo haría yo este grande mal y pecaría contra mi Dios?». Allí están los Josués que aseguran: «Yo y mi casa serviremos a Jehová». Allí están los Salomones que se esfuerzan en descubrir la verdadera sabiduría. Allí podrás ver a las Esteres, quienes solo escogen para vestir lo que a su Rey le agrada, lo que puede representar dignamente a su Señor.
¿En cuál de estas tres dimensiones te sitúas tú? Acepta la ayuda de Dios para tomar tu decisión. Tu estilo de vida hablará por sí solo.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL TELÉFONO CELULAR DE DIOS

Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Salmo 91:15.

Hemos comentado anteriormente las maravillas de la telefonía celular. Gracias a los teléfonos celulares podemos estar comunicados en cualquier momento y lugar: mientras vamos al colegio, al mirar televisión, cuando estamos en un campamento con la iglesia, de vacaciones con la familia, manejando el auto o a punto de dormir. Si tenemos un celular a mano, podemos comunicarnos sin ningún problema con la persona que se nos ocurra en el lugar menos imaginado.
Pero, a pesar de todas sus ventajas, el teléfono celular tiene sus limitaciones. Puede quedarse sin batería en el momento más inoportuno, que no tenga "créditos" para continuar con la llamada, que su antena no capte la señal, que el receptor esté ocupado con otra llamada o sencillamente que esté apagado.
El teléfono celular que posee Dios para comunicarse con nosotros es parecido en algunos aspectos al inventado por el hombre. Ese teléfono lo llamamos oración y nos permite hablar con nuestro Padre en cualquier situación. No importa cuán apurados estemos, que el lugar sea el más inhóspito del planeta o que estemos solos o acompañados, la comunicación puede realizarse igual. Si marcamos el número: "Padre nuestro que estás en los cielos", la llamada se realizará con seguridad y nunca tendremos la línea ocupada. Tampoco escucharemos esa voz femenina que dice: "El número solicitado está fuera del área de cobertura o apagado", y jamás las baterías estarán sin carga o nos quedaremos sin crédito para hacer la llamada. La comunicación siempre se realiza, y en "el otro lado" siempre hay Alguien que nos escucha.
Quizás estés pensando: "Es cierto todo esto, pero sería lindo escuchar una voz audible que nos diga: 'hijo mío, ¿qué necesitas?"' Y tienes razón. Por vivir en este mundo de pecado y de maldad, debemos ejercer la fe para creer que Dios nos escucha, pero no se trata de una fe asentada sobre la nada, porque ese mismo Padre que reina en los cielos nos prometió: "Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré".
Empieza este día comunicándote con tu Padre celestial, y recuerda que él está esperando tu llamada.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

A SU IMAGEN

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.

Abelardo volvió a mirarse en el espejo, y otra vez tuvo ganas de quebrarlo. -¿Y Sintió pena y asco, al mismo tiempo: pena de ver hasta dónde había llegado; asco de ser la patética figura que era. ¿Adónde iría? ¿Quién podría ayudarlo? No estaba seguro de querer verse otra vez; al menos no así, en ese estado deplorable.
La triste figura que veía reflejada era el resultado de años de esclavitud. Se consideraba una piltrafa humana, incapaz de decir que no; sin fuerzas para quebrar las cadenas que lo sometían a la drogadicción.
Un día, llegó a sus manos un folleto que comentaba el versículo de hoy. La lectura del folleto lo hizo pensar: ¡él había sido creado a imagen y semejanza del Creador! Evidentemente, la figura que veía en el espejo no era ni tan siquiera una imitación grotesca del ser humano que saliera un día de las manos de Dios. Algo había sucedido a lo largo del camino; algo extraño, malo, pernicioso...
Lo peor que el pecado hace en el ser humano es desfigurar la imagen del Creador. No se trata únicamente de un asunto físico: el hombre tenía un carácter semejante al de Dios, centralizado en el amor. Pero, el pecado lo volvió egoísta, cínico, cruel y, con frecuencia, despiadado.
El propósito de la redención es restaurar, en el ser humano, la imagen perdida de Dios. Esa transformación sucede mediante la convivencia diaria con Jesús. Así sucedió con los discípulos, y así sucederá contigo, si buscas a Jesús constantemente.
Las frecuentes derrotas llevaron a Abelardo a buscar a Jesús. En desesperación, cayó un día a sus pies, y le dijo: "Señor, he luchado solo y no logré nada. ¿Puedes hacer algo por mí?" La oración no había salido todavía de sus labios, cuando la respuesta de Jesús se hizo presente.
En la penumbra de su mente entenebrecida por las drogas, sintió el toque divino del amor y el deseo de levantarse del polvo. Conocí a Abelardo en un congreso de jóvenes; sus ojos brillaban de emoción, mientras me contaba su historia.
Por eso, hoy, sal hacia el cumplimiento de tus deberes diarios recordando que no eres fruto del acaso: Dios tiene, para ti, un propósito maravilloso porque, un día, "creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón