Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mi» (Juan 14:6)
Estambul es la ciudad más poblada de Turquía. Con una población que alcanza los diez millones de habitantes, esta ciudad constituye un puente entre dos continentes y un paso entre dos mares. Mitad en Europa, mitad en Asia, Estambul ha controlado las rutas comerciales entre ambos continentes. Su historia de conquistas e imperios ha aportado a la cultura un magnífico legado de monumentos, como la iglesia de Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Palacio de Topkapi, los baños turcos o el Gran Bazar.
El planeta tierra, densamente poblado, se ha convertido en el centro de todo el universo y constituye el mayor puente que existe entre dos mundos: el cielo y los otros mundos no contaminados por el pecado, las páginas de su historia nos hablan de conquistas, derramamiento de sangre, hazañas, obras de arte y culturas, así como de héroes y mártires. En este planeta se desarrolla la mayor controversia entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre Dios y Satanás. Es aquí donde nació el Mesías, «Dios con nosotros». Es aquí donde, en el desenlace final de esta batalla global, se enarbolarán dos banderas. Es aquí donde tú y yo aparecemos en escena.
Visitar tierras con un pasado de conquista y con diversidad cultural es gratificante, pero poder ser huésped de la Nueva Jerusalén y de una tierra reconquistada a un precio infinito, donde el mal quedará para siempre olvidado y donde el bien reinará, es una ocasión que ni tú ni yo nos deberíamos perder.
Para muchas personas es un sueño viajar al extranjero. Obstáculos políticos, económicos e incluso raciales, impiden que sus pies pisen otro país. Pero para llegar a ver el rostro de Dios y caminar por las calles de oro de su ciudad, solo hay que cruzar el puente que se extiende como la única ruta segura que llega al trono divino. Ese viaje es gratuito. El pasaporte está expedido, los gastos cubiertos, las gestiones de aduana procesadas. ¿Deseas ser ciudadana de esa tierra? ¿Cruzarás el puente?
Cristo es el único puente que lleva a la eternidad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Estambul es la ciudad más poblada de Turquía. Con una población que alcanza los diez millones de habitantes, esta ciudad constituye un puente entre dos continentes y un paso entre dos mares. Mitad en Europa, mitad en Asia, Estambul ha controlado las rutas comerciales entre ambos continentes. Su historia de conquistas e imperios ha aportado a la cultura un magnífico legado de monumentos, como la iglesia de Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Palacio de Topkapi, los baños turcos o el Gran Bazar.
El planeta tierra, densamente poblado, se ha convertido en el centro de todo el universo y constituye el mayor puente que existe entre dos mundos: el cielo y los otros mundos no contaminados por el pecado, las páginas de su historia nos hablan de conquistas, derramamiento de sangre, hazañas, obras de arte y culturas, así como de héroes y mártires. En este planeta se desarrolla la mayor controversia entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre Dios y Satanás. Es aquí donde nació el Mesías, «Dios con nosotros». Es aquí donde, en el desenlace final de esta batalla global, se enarbolarán dos banderas. Es aquí donde tú y yo aparecemos en escena.
Visitar tierras con un pasado de conquista y con diversidad cultural es gratificante, pero poder ser huésped de la Nueva Jerusalén y de una tierra reconquistada a un precio infinito, donde el mal quedará para siempre olvidado y donde el bien reinará, es una ocasión que ni tú ni yo nos deberíamos perder.
Para muchas personas es un sueño viajar al extranjero. Obstáculos políticos, económicos e incluso raciales, impiden que sus pies pisen otro país. Pero para llegar a ver el rostro de Dios y caminar por las calles de oro de su ciudad, solo hay que cruzar el puente que se extiende como la única ruta segura que llega al trono divino. Ese viaje es gratuito. El pasaporte está expedido, los gastos cubiertos, las gestiones de aduana procesadas. ¿Deseas ser ciudadana de esa tierra? ¿Cruzarás el puente?
Cristo es el único puente que lleva a la eternidad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera