viernes, 8 de junio de 2012

TAN ÁCIDO COMO EL VINAGRE


«En mi comida pusieron veneno, y cuando tuve sed me dieron a beber vinagre» (Salmo 69:21).

¡Agggg! ¿Te imaginas tener que beber vinagre? Eso me haría fruncir el ceño y mi lengua se sentina rara. El versículo de hoy explica lo que ocurrió con Jesús cuando fue crucificado. La Biblia nos dice que cuando Jesús tuvo sed, le dieron vinagre en vez de agua. Al parecer querían ser lo más crueles posible con él. Qué manera tan triste de tratar al Rey del universo.
¿Alguna vez te han tratado mal? Es algo muy triste, pero ocurre todos los días en muchos lugares del mundo. La gente se burla de los demás, y se tratan con desprecio entre sí. Pueden llegar a ser muy crueles e incluso a matar ¿Cómo podemos parar esta locura? He aquí la respuesta: tratando bien a los demás. Yo lo he intentado y, ¿a que no sabes qué he descubierto? He descubierto que cuando trato bien a los demás generalmente recibo el mismo trato de parte de ellos. Imagínate. Si tan solo tú y yo comenzáramos a tratar bien a los demás, y ellos comenzaran a tratar bien a los demás porque nosotros los tratamos bien a ellos, qué grandes cosas pasarían.
No seas como el vinagre para una persona sedienta. Sé agua pura y fresca en un mundo malo y sediento.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LA IMPORTANCIA DEL AMOR


Amados amémonos, unos a otros, porque el amor es de Dios. (1 Juan 4:7).

Muchos afirman que el amor es alimento tanto para el corazón como para el espíritu, y añaden que quienes viven y se desarrollan en un ambiente de amor tendrán una personalidad sana y una elevada autoestima.
No obstante, es necesario reconocer que vivimos en una sociedad en la que no se expresa el amor como se debería hacerlo. Los padres tienen poco tiempo, y en algunos casos pocos deseos de manifestar afecto a sus hijos, quienes por esa causa pueden crecer con enormes «vacíos» en su personalidad. Las caricias y las expresiones de amor son cada vez menos frecuentes entre los esposos, que buscan el contacto físico con su pareja únicamente cuando los impulsa una necesidad biológica.
Un abrazo, un beso, una caricia, tienen un efecto curativo y estimulante sobre las personas que los reciben, En las siguientes palabras de la Biblia encontramos un llamado al amor: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios» (1 Juan 4:7).
Querida amiga, el amor de Dios es un don, y la capacidad de expresarlo es una bendición. Sin embargo, muchas de nosotras tenemos problemas a la hora de expresar afecto, porque tal vez no lo hemos recibido. Pero como nos dice Elena G. de White: «El amor no puede durar mucho si no se le da expresión» (El hogar cristiano, cap. 16,1 p. 101).
No obstante, la Palabra de Dios nos asegura que se puede aprender a amar (ver Tito 2:4). El primer paso para lograrlo consiste en recibir el amor de Dios. El abrazo del Señor es muy amplio, en él entramos todos sus hijos, aun con nuestras imperfecciones y pecados. En segundo lugar, es necesario que aprendamos a aceptar a nuestros semejantes con todos sus errores y debilidades.
Practiquemos el amor en nuestros hogares siendo pacientes y amorosas. Abracemos a nuestros hijos mientras podamos hacerlo; pronto se irán de casa y nos quedaremos extrañándolos. Seamos esposas cariñosas, dispuesta a encerrar entre caricias al hombre que hemos escogido por esposo.
«El amor debe verse en las miradas y los modales, y debe oírse en los tonos de la voz» (El hogar cristiano, cap. 16, p. 103)  Recuerda que una de las mayores virtudes que puedes mostrar es el amor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado de Gómez

«MÁS VIEJO QUE MATUSALÉN»


Así que [Matusalén] vivió novecientos sesenta y nueve años en total. Génesis 5:37.

Matusalén. ¿Quién no ha oído hablar de él? Se cuenta que el famoso escritor y humorista Mark Twain comenzó un discurso con las siguientes palabras: «El tema de mi reflexión en esta ocasión es Matusalén. Se dice que vivió 969 años. Pero yo me pregunto: ¿Y qué? De él no se dice que hiciera algo que valiera la pena» (Frank S. Mead, Saints and Sinners ofthe Bible [Los santos y los pecadores de la Biblia], p. 11).
En principio, Twain parecería tener razón, porque de Matusalén la Biblia dice muy poco: hijo de Enoc, padre de Lamec, abuelo de Noé, «y tuvo otros hijos e hijas; [...] vivió novecientos sesenta y nueve años en total. A esa edad murió» (Gen. 5:27).
Si solo se limitó a tener hijos e hijas, entonces bien podríamos preguntarnos si una vida tal tiene sentido. Que lo recuerden a uno solo por haber vivido mucho es como sentirse orgulloso solo por haber nacido en una familia rica, o por ser pariente de alguien famoso. ¿Cuál es el mérito? A fin de cuentas, lo más importante no es cuántos años vivimos; es cómo vivimos.
Y si lo que cuenta no es no la cantidad sino la calidad de vida, entonces bien vale la pena que te preguntes qué estás haciendo ahora mismo con tus talentos, tu tiempo y tus recursos.
¿Es tu vida solo una sucesión de días y noches, gastados sin propósito alguno? Cuando te levantas de la cama en la mañana, ¿ya sabes lo que vas a hacer ese día? ¿Ya sabes qué carrera universitaria estudiarás? ¿Cuáles son tus metas más importantes en este momento? En una palabra: ¿Estás desarrollando el potencial con el cual Dios te ha creado? Esta no es una cuestión opcional. Es nuestro primer deber, como bien lo expresa Elena G. de White: «El desarrollo de todas nuestras facultades es el primer deber que tenemos para con Dios y nuestros prójimos» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 264).
Y ahora, en descargo de Matusalén, hay que hacer una aclaración. Según el libro Patriarcas y profetas, Matusalén y sus hijos, «que alcanzaron a oír las prédicas de Noé, lo ayudaron en la construcción del arca» (p. 72).
De manera que Matusalén, además de creer en Dios, sí hizo cosas que valieron la pena.
Capacítame, Señor, para cumplir el propósito de mi vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

FIEL HASTA LA MUERTE


«Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre». Mateo 24:9.

El lugar era Roma, la capital del mundo. La ocasión, el gran incendio del año 64 d.C.; un incendio que se decía que había sido provocado por el propio emperador Nerón. Para desviar sospechas, Nerón acusó a los cristianos con el cargo de incendio premeditado.
El historiador romano Tácito escribió que, por más que la acusación quedó sin probar, muchos fueron condenados como reos de odio hacia la humanidad. Tácito continúa: «Añadiose [...] la burla y escarnio con que se les daba la muerte. A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña, a los que, en faltando el día, pegaban fuego, para que ardiendo con ellos sirviesen para alumbrar en las tinieblas de la noche» (Anales,15.44)
El abogado romano Tertuliano se convirtió al cristianismo. Se burló de los paganos en los siguientes términos: «Fatigadnos, atormentadnos, condenadnos, desmenuzadnos, que vuestra maldad es la prueba de nuestra inocencia y enseñanza. Por eso permite Dios que suframos, para que lo probemos.  [...] No medra vuestra crueldad por ingeniar tormentos exquisitos, que para nosotros la mayor pena es caricia más sabrosa para morir más gustosos. Segando nos sembráis: más somos cuanto derramáis más sangre; que la sangre de los cristianos es semilla» (Apología, 50).
No solo en los primeros días de la iglesia, también durante la Edad Media, decenas de miles sacrificaron la vida. Incluso hoy en día, en muchas regiones del mundo los que han optado por ser fieles al Señor sufren por su fe.
El rey Salomón escribió: «No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, no te canses de que él te corrija, porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere» (Prov. 3:11,12). Las palabras de Salomón se repiten Hebreos 12:5-11, con una exhortación añadida: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados».
Asimismo, Pablo escribió a los cristianos de Roma: «También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza» (Rom. 5:3,4).
No tenemos que preguntarnos que nos va a suceder en el futuro. Solo podemos vivir un día a la vez.  Nuestra misión es ser fieles ahora. «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel» (Luc. 16:10).  Basado en Mateo 24:9-10

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill