«Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre». Mateo 24:9.
El lugar era Roma, la capital del mundo. La ocasión, el gran incendio del año 64 d.C.; un incendio que se decía que había sido provocado por el propio emperador Nerón. Para desviar sospechas, Nerón acusó a los cristianos con el cargo de incendio premeditado.
El historiador romano Tácito escribió que, por más que la acusación quedó sin probar, muchos fueron condenados como reos de odio hacia la humanidad. Tácito continúa: «Añadiose [...] la burla y escarnio con que se les daba la muerte. A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña, a los que, en faltando el día, pegaban fuego, para que ardiendo con ellos sirviesen para alumbrar en las tinieblas de la noche» (Anales,15.44)
El abogado romano Tertuliano se convirtió al cristianismo. Se burló de los paganos en los siguientes términos: «Fatigadnos, atormentadnos, condenadnos, desmenuzadnos, que vuestra maldad es la prueba de nuestra inocencia y enseñanza. Por eso permite Dios que suframos, para que lo probemos. [...] No medra vuestra crueldad por ingeniar tormentos exquisitos, que para nosotros la mayor pena es caricia más sabrosa para morir más gustosos. Segando nos sembráis: más somos cuanto derramáis más sangre; que la sangre de los cristianos es semilla» (Apología, 50).
No solo en los primeros días de la iglesia, también durante la Edad Media, decenas de miles sacrificaron la vida. Incluso hoy en día, en muchas regiones del mundo los que han optado por ser fieles al Señor sufren por su fe.
El rey Salomón escribió: «No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, no te canses de que él te corrija, porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere» (Prov. 3:11,12). Las palabras de Salomón se repiten Hebreos 12:5-11, con una exhortación añadida: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados».
Asimismo, Pablo escribió a los cristianos de Roma: «También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza» (Rom. 5:3,4).
No tenemos que preguntarnos que nos va a suceder en el futuro. Solo podemos vivir un día a la vez. Nuestra misión es ser fieles ahora. «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel» (Luc. 16:10). Basado en Mateo 24:9-10
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill