«Pero no serás tú quien lo construya, sino el hijo que tendrás. Él será quien me construya el templo» (2 Crónicas 6:9).
Dios le dijo a David que aunque él no construiría el templo, lo haría alguien de su propia sangre, de su propia piel. Hablando de piel, ¿para qué sirve la piel? Bien, la piel es resistente al agua. Si estás caminando al aire libre y comienza a llover, no te vas a dañar con el agua. Debajo de la piel tenemos músculos y órganos muy delicados como el estómago y el hígado. Nuestra piel nos ayuda a protegerlos.
Hay muchas cosas que podemos aprender sobre la piel. ¿Sabías que la capa exterior de la piel está muerta? Así como lo oyes: muerta. Y aunque no lo creas, eso es bueno.
La Biblia dice en Romanos 6:11 (NVI):«De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús». Así como la piel muerta fuera de nosotros protege lo que tenemos dentro, creer en Jesús nos salva de nuestros pecados y nos da una nueva vida en él. Estar muertos no es bueno, pero así como la piel muerta, estar muertos al pecado es exactamente lo que necesitamos.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush