sábado, 30 de marzo de 2013

ESTAMPILLAS USADAS


Lugar: Washington D.C., EE.UU. 
Palabra de Dios: Juan 8:11; Ezequiel 18:30

A fines del siglo XIX, mientras Grover Cleveland era presidente de los Estados Unidos, un día llegó una carta dirigida a él, a la Casa Blanca. Era de una adolescente, que quería pedirle perdón. En la carta, confesaba algo que había hecho dos años antes.
"Usé dos estampillas postales que ya habían estado en otras cartas", escribió. "Quizás usé más de dos estampillas así, pero solo recuerdo haberlo hecho dos veces. No sabía que estaba mal lo que hice, hasta hace poco".
Y le siguió diciendo al presidente que lo lamentaba mucho y que no podía dejar de pensar en lo que había hecho. "Ahora, querido presidente, ¿me perdona, por favor?" continuó diciendo en su carta. "Le prometo que no lo haré nunca más".
La jovencita no se detuvo solamente con el pedido de disculpas; ella quería arreglar las cosas. En el sobre, incluyó el costo de tres estampillas. Hoy, esa carta todavía se puede ver en una colección de la Casa Blanca.
¿Alguna vez te sentiste mal por algo que hiciste? ¿Por qué te sentiste así? ¿Fue porque te descubrieron y tuviste que pagar las consecuencias? ¿Fue porque quisiste dejar de sentirte mal por dentro? ¿O fue porque realmente querías hacer lo correcto? Sentirse mal es solo el primer paso. Lo que todos necesitamos es verdadero arrepentimiento.
Cuando Jesús perdonó a una mujer que había sido descubierta pecando, él le dijo: "Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar". Un buen consejo para cuando nos equivocamos es el siguiente: "Arrepiéntanse y apártense de todas sus maldades, para que el pecado no les acarree la ruina".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿AÚN ANHELAS IR A TU HOGAR?


Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Filipenses 3:20.

Uno de los recuerdos más hermosos que tengo es el de mi padre y uno de sus amigos interpretando hermosos himnos. Mi padre tocaba la trompeta y su amigo el trombón. Lo más emocionante para mí era oírlos interpretar el himno «Aunque en esta vida». Las notas se metían por mis oídos, se desplazaban a mi cerebro y llegaban a mi corazón; un enorme gozo me embargaba, y anhelaba con mi fe de niña que pronto llegara el momento de ir al cielo. Cuando somos niños, sentimos a flor de piel el amor a Dios y recibimos con gozo y sin prejuicios su Espíritu Santo.
Ese himno era para mí todo el evangelio. La más hermosa y extraordinaria promesa de Dios, la revelación de mi destino final, lo que me llenaba de una emoción indescriptible. Podía imaginarme traspasando las nubes hasta llegar al hogar eterno. Sin embargo, ¿qué ha sucedido con ese anhelo con el paso de los años? ¿Aún vibra mi corazón de gozo al cantar: «Más allá del sol, yo tengo un hogar, hogar, bello hogar, más allá del sol»? Me temo que la vida ha arrebatado parte de mi devoción, y mi anhelo se ha ido cubriendo de afanes terrenales; me he llenado de prejuicios inservibles que no me permiten ser sensible al toque del Señor Celestial. Tanto, que a veces me olvido de que estoy hecha para lo eterno, lo santo y lo sublime que proviene de Dios.
Amiga, ¿cuándo fue la última vez que anhelaste ir al hogar que está más allá del sol? Dondequiera que te encuentres en este momento, recuerda que tu ciudadanía está en el cielo. Prepárate y prepara a tu familia para ese momento. No permitas que los trajines, los prejuicios y las preocupaciones, te quiten el deseo de tomar posesión de tu herencia celestial. Recuerda los sentimientos más sublimes que hayas vivido en alguna etapa de tu vida; ¿acaso no te gustaría despertarlos? Posiblemente los viviste en la niñez, y si tienes la capacidad de sensibilizarte lo suficiente como para percibir el tacto divino del Señor, o recuerdas aquellas notas musicales que pueden entrar por los oídos y luego llegar hasta tu corazón, entonces eres bendecida.
Agudicemos nuestros oídos y escuchemos por sobre las preocupaciones terrenales la voz de Dios, que nos dice: «¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho» (Apoc. 22:12).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

SID Y TROY


Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo (Juan 17:24).

Troy es nuestro perro. Su padre es un schnauzer y su madre, una cocker spaniel. Tiene el cabello de color negro brillante, un tamaño casi mediano, la mirada traviesa y un comportamiento juguetón. Nos costó menos de cinco dólares; sin embargo, lo amamos profundamente.
Hace varios años había prometido a mis hijos que les compraría un cachorrito cuando terminara de estudiar, y nos mudáramos a una casa con un patio donde ellos pudieran cuidarlo. En ese tiempo vivíamos en Berrien Springs, Michigan, y cada vez que íbamos al centro comercial de South Bend, la ciudad más cercana, nuestros hijos no nos permitían pasar por alto el ritual de entrar en la tienda de mascotas, donde podían jugar durante algunos minutos con su cachorrito preferido. Todos nos divertíamos con los cachorros, pero nuestros hijos disfrutaban especialmente el momento como un adelanto del futuro prometido. Años después, llegó el feliz día en que pudieron elegir un cachorro. De entre la camada escogieron al más tranquilo de todos. Pero este resultó ser el primer engaño del cual fuimos víctimas. Troy resultó ser un perro hiperactivo, inteligente, desobediente y mal guardián. No obstante, mis hijos lo quieren porque a él le encanta jugar con ellos; y nosotros, porque ellos son felices con él.
Hace algún tiempo Troy hizo algo extraordinario. Adoptó un gato que no tenía lugar y estaba flaco y desnutrido. Le tomó tanto cariño que le permitía dormir en su casa, compartir su plato de comida y le hacía con el hocico los mismos cariños que nosotros le hacíamos a él. Después de un tiempo decidimos adoptar al gato en nuestra familia y le pusimos por nombre Sid. Gracias a Troy, Sid disfrutó de todos los beneficios de un hogar, protección, comida, abrigo, medicina y cariño.
Troy me recuerda lo que Jesús hizo por nosotros. Nos adoptó como sus hermanos y compartió con nosotros lo que era suyo. Le dijo a su Padre que él quería vivir con nosotros para siempre (por eso Dios nos da vida eterna) y compartir con nosotros su herencia (una tierra nueva). Tú y yo podemos recibir esos beneficios si aceptamos el amor de Jesús y somos leales a él.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL PRIVILEGIO DE DAR


Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10.

El Señor hizo de los hombres sus agentes, y con corazones llenos del amor de Jesús, han de cooperar con él en hacer que los hombres se vuelvan del error a la verdad. Dios bendice la tierra con el sol y la lluvia. Él hace que la tierra produzca sus abundantes tesoros para la utilidad del hombre. El Señor ha hecho del hombre su intermediario para que dispense sus dones celestiales trayendo las almas a la verdad. ¿Examinarán mis hermanos en los Estados Unidos cómo la verdad salvadora los alcanzó cuando ellos estaban en las tinieblas? Hombres y mujeres traían sus diezmos y ofrendas a Dios, y a medida que los medios llenaban la tesorería, se enviaban hombres a otras partes para hacer progresar la obra. Este mismo proceso debe repetirse si las almas que están en tinieblas son alcanzadas hoy...
Las necesidades de la obra ahora demandan un mayor desembolso que nunca antes. El Señor llama a su pueblo a hacer todo esfuerzo para controlar sus gastos... Que el dinero que se ha dedicado a la gratificación del yo fluya a la tesorería del Señor para sostener a quienes están trabajando para ganar a las almas que perecen...
El Señor viene pronto. Debemos obrar mientras dure el día, porque viene la noche cuando nadie puede obrar. Muchísimas personas han perdido su espíritu de abnegación y sacrificio. Han estado enterrando su dinero en posesiones temporales. Hay hombres a quienes Dios ha bendecido y a quienes está probando para ver cómo responderán ante sus beneficios... Apresúrense, hermanos, ahora que tienen la oportunidad de ser honrados con Dios; no demoren. Por el bien de vuestra alma, ya no roben a Dios en los diezmos y ofrendas...
El plan de la redención empieza y termina con un don, y así debe ser llevado adelante. El mismo espíritu de sacrificio que compró la salvación para nosotros, morará en el corazón de todos los que lleguen a ser partícipes del don celestial. Dice el apóstol Pedro: "Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Ped. 4:10). Dijo Jesús a los discípulos al enviarlos: "De gracia recibisteis, dad de gracia" (Mat. 10:8)...
Que todos hagan todo lo que puedan para ayudar, con sus medios y sus oraciones, a llevar la carga por las almas por quienes trabajan los ministros.— General Conference Bulletin, 30 de mayo de 1897.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White