Me has dirigido con tus consejos y al final me recibirás con honores. Salmo 73: 24.
«¡Quiero ganar! ¡Quiero ganar!», era lo único en lo que pensaba José mientras corría. Quería demostrarle a su nuevo entrenador lo que era capaz de hacer. Estaba decidido a lograrlo, pero los demás competidores lo iban dejando atrás uno tras otro. Cuando cruzó la meta, algunos le llevaban una vuelta completa de ventaja. José no entendía lo que había ocurrido. A l disparo de salida, había despegado velozmente, y a los pocos segundos ya había adelantado incluso a los corredores más veloces. Pero no había sido capaz de mantener aquella velocidad durante todo el recorrido. Eso ya le había ocurrido en la escuela, y lo estaba viviendo de nuevo en la secundaria.
Avergonzado, José se dirigió al vestuario para ducharse, vestirse y marcharse antes de que sus compañeros de equipo regresaran de la pista. Casi lo logró, pero cuando se echó la mochila al hombro para irse se encontró de frente con el entrenador, precisamente la persona con quien menos quería encontrarse.
—Hola, José —le dijo el entrenador poniéndole la mano en el hombro—.
Me ha impresionado tu velocidad de hoy.
—¡¿Mi velocidad?! —dijo José extrañado—. Si he sido el último en cruzar la meta.
—Sí, pero tienes una excelente arrancada —dijo el entrenador.
—Menudo consuelo… —murmuró José entre dientes— Pero en la primera vuelta comienzo a quedarme rezagado.
—¿No te gustan las carreras de velocidad? —preguntó el entrenador.
—¿Las carreras de velocidad? —repitió José.
—Sí—insistió el entrenador—. No todos tienen las mismas cualidades, por eso no todos sirven para las carreras de larga distancia. Tú podrías ser un excelente corredor de carreras de velocidad. Piénsalo.
—Es posible que tenga razón —respondió José con una sonrisa—. Tal vez he estado practicando el deporte equivocado todo este tiempo. ¿Cómo se ha dado cuenta?
El entrenador sonrió y, alborotando el cabello del joven, le dijo:
—Ese es mi trabajo.
Jesús, tu Entrenador, sabe qué es lo mejor para ti. Su trabajo es saberlo. Solo debes preguntarle qué camino debes tomar, y él te dará la respuesta.
TOMADO DE LECTURAS DEVOCIONALES PARA MENORES
EN LA CIMA
POR: Kay D. Rizzo