jueves, 31 de marzo de 2011

DERECHO A NACER

Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:18).

Mi pasado se remonta al momento en que el milagro de la vida se hizo una realidad en mí. A las dos de la tarde de un día como hoy respiré por primera vez el aire de este mundo. Aunque el enemigo luchó para que mi concepción no tuviera éxito, Dios manejó todo, y hoy vuelvo a cumplir otro año más de esa vida que me dio como regalo. ¿Por qué tuvo Dios tanto interés en mí? ¿Por qué luchó para que yo naciera? ¿Poiqué veló constantemente por conservarme la vida? Por la misma razón que lo hace contigo: porque su amor es eterno, porque somos especiales y quiere regalarnos la oportunidad de disfrutar a su lado por toda la eternidad.
¿Sabes cuál es el propósito de Dios para tu vida en esta tierra? La respuesta a esta interrogante puede variar, pero una cosa es cierta: no has venido al mundo por casualidad. No eres un accidente. Agentes humanos tuvieron que ver con tu concepción, pero no fueron los responsables de darte la vida. Solo el aliento divino, el amor de un Dios que permitió que se unieran óvulo y espermatozoide, fue el que te hizo tal como eres.
Vivir en este mundo sin esperanza y sin optimismo es decirle a Dios que se equivocó al darte la oportunidad de nacer. Dios te ha dado el derecho de nacer porque te ama y tiene para ti grandes propósitos. Si no los has descubierto aún, si crees que le has fallado a tu Creador, si no ves motivo alguno para tu existencia, mira al cielo y escucha la voz divina diciéndote: «No te he prometido cielos azules y senderos bordeados de flores durante toda la vida; no te he prometido el sol sin la lluvia, ni gozos sin tristezas, ni paz sin dolor. Te he prometido fuerza para el día, descanso después de tu labor, luz para el camino, gracia en todas tus pruebas, anida celestial, simpatía inagotable e imperecedero amor» (Annie Johnson Flint).
La voluntad de Dios para tu vida ha sido darte el derecho a nacer.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL NOVIAZGO: UNA ETAPA DE ORO

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. 1 Juan 4:12.

Este es el último día que hablaremos del "tiempo de amar", como lo es la adolescencia y la juventud, y no quiero hacerlo sin mencionar algunos aspectos que creo son necesarios recordar y tener en cuenta sobre el propósito del noviazgo.
Pregúntate, ¿para qué está el noviazgo? Enumera las razones por las que deseas, como la mayoría de las personas de tu edad, tener una persona especial.
¿Me permites darte algunas razones?
Una de ellas es para que te sientas completo como persona. A medida que creces en la vida, te irás dando cuenta que hay actividades que deseas realizar para sentirte satisfecho contigo mismo. Quizá cuando eras pequeño tus padres debían impulsarte y hasta presionarte para que estudiaras, pero con los años, tu madurez y experiencia te hicieron ver que el estudio es una parte importante en tu capacitación profesional, y ya no necesitaste que te dijeran: "debes estudiar". Lo hiciste porque deseabas sentirte realizado. De igual manera, el noviazgo ayuda a completar ese sentido de realización que llega a su climax en el matrimonio.
Otra de la razones es suplir una necesidad que Dios colocó dentro de ti. No es casualidad que sientas el deseo de dar y recibir amor, no es casualidad que con tus amigos y gente de tu edad, este sea casi el único tema de conversación; nuestro Creador puso esa característica propia en ti y para hacerla efectiva necesitas de otra persona. Sentirte querido y a su vez querer a un semejante es parte de la naturaleza humana.
La última razón que daré es que el noviazgo te ayudará a prepararte para el matrimonio. El noviazgo es una escuela y no es una cadena que te lleva obligadamente a formar un hogar. No debes casarte con una persona que tenga un carácter que no te agrade, hábitos perniciosos o simplemente te convenzas que no serás feliz con ella. Recuerda que los besos no son contratos, ni los abrazos compromisos. Si prevés que será un error continuar con él o con ella, ¡detente! Termina la relación lo antes posible.
Si bien Juan está hablando del amor al prójimo en general cuando nos dice que "Dios permanece en nosotros... si nos amamos unos a otros", sin lugar a dudas lo podemos aplicar también al noviazgo. Nuestro Padre también desea que expresemos su amor a través de la persona que queremos, y ese dar y recibir amor es un reflejo del amor que Dios da y que espera que nosotros también le manifestemos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¡CONFÍA EN EL SEÑOR!

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Jeremías 17:7.

El versículo de hoy fue escrito, por Jeremías, en circunstancias dramáticas. La destrucción del pueblo se acercaba; era inevitable. Los ejércitos enemigos se preparaban para el ataque. Y el propio Jeremías era el portador de malas noticias para su gente.
A pesar de eso, el profeta asegura que, aun en medio del dolor y de la tristeza, el varón que confiase en el Señor sería bendito. ¿De qué bendición estaba hablando?
El versículo 8 trae la respuesta: quien confía en el Señor, "será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de su sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto".
Interesante, la promesa divina. No dice que el calor no vendrá ni que la sequía no llegará. Afirma que, en medio de las situaciones adversas, sus hojas estarán verdes y producirá mucho fruto.
La tragedia de las personas no consiste en las luchas y las dificultades que se presentan cada día, sino en la falta de confianza para ir en pos de la victoria. Cuando el dolor llega, el que confía en Dios es como el árbol cuyas raíces saben dónde buscar agua.
Aun en medio del desierto, es posible encontrar palmeras; árboles gigantescos y erectos, en medio de la sequía y de los vientos. Las palmeras están allí no porque carezcan de dificultades; el secreto de su permanencia es la fuente de vida que sustenta su existencia. Las inclemencias del clima les enseñaron a introducirse hondamente. Sus raíces se deslizan, silenciosas, en busca de agua.
Si hoy es un día terrible, y sientes que estás solo; si te faltan fuerzas y estás a punto de desanimarte y abandonar la batalla, quita tus ojos de las cosas en las cuales confiaste y deposítalos en el Señor. Puede parecer infantil, a veces. En este mundo pragmático en el que vives, puedes tener la impresión de que estás actuando como un niño.
Pero, las cosas divinas son así. Tal vez por eso, el Señor Jesús dijo un día que, si no nos volvemos como niños, no entraremos en el Reino de los cielos.
No temas. Los ejércitos enemigos pueden estar allá afuera, armados hasta los dientes, pero "bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón