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Henri Nouwen |
El hombre superior es persistente en el camino cierto. Confucio
El camino que eligió Henri Nouwen fue uno muy poco popular. Este sacerdote holandés había sido profesor en las prestigiosas universidades de Harvard, Yale y Notre Dame, pero sintió que aquel no era su llamado y los últimos diez años de su vida los pasó cuidando a discapacitados mentales en Ontario, Canadá. Entre esos discapacitados estaba Trevor.
En una ocasión, Henri llamó a un hospital para pedir cita para Trevor, y cuando los administradores del centro se enteraron de que el famoso profesor y escritor Henri Nouwen iba a hacerles una visita, le pidieron que comiera con los administradores, los médicos y los enfermeros del centro. Así que prepararon un almuerzo en el salón más especial del edificio. Cuando llegó al salón, Henri buscó por todas partes a Trevor, pero no estaba allí.
“¿Dónde está Trevor?”, preguntó. Le dijeron que los pacientes no podían comer allí, era una política del hospital. “¡Pero el propósito de mi visita es estar con Trevor! Si Trevor no puede comer con nosotros, me voy”, afirmó Nouwen.*
Al contrario que el farero del relato de ayer, Henri Nouwen estaba bien centrado en su misión.
Obviamente, en aquel caso, ayudar a un enfermo mental no era compatible con codearse con gente que lo admiraba. De haberlo hecho, su luz hubiera dejado de brillar para Trevor, para quien Henri era un faro en su oscuridad. Henri no se dejó distraer por factores como la fama o el prestigio; no había protocolos que no estuviera dispuesto a romper para cumplir con su deber.
Cuán fácil es desviarse del camino que Dios abre ante nosotras. ¡Incluso a un profeta le sucedió! Dios le había ordenado no detenerse a comer ni a beber por el camino, pero un falso profeta lo invitó, y él cedió, dando prioridad a la voz humana y dejando de lado el llamamiento divino (ver 1 Reyes 13:11-24). Se desvió de su camino, y su luz dejó de brillar para otros. Así de sutiles son los desvíos, y así de radicales sus consecuencias.
En la Biblia, así como en nuestra vida, podemos encontrar experiencias de personas que se mantuvieron bien centradas en su misión y de personas que la abandonaron por seguir otros caminos. Valoremos esos casos, sopesemos nuestra vida, y elijamos el camino que nos permita ser el faro a través del cual brille la luz de la verdad.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9, RV95).
*John Ortberg, The Me I Want To Be [El yo que quiero ser] (Michigan: Zondervan, 2010), pp. 22, 23.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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