Mi pecado te declare y no encubrí mi iniquidad (Salmos 32: 51).
Una pequeña estaba muy intrigada por saber por qué su mama había colgado de la pared de su casa un adorno un tanto raro: un estropajo. ¿Que representaba aquel estropajo colgado de la pared? Una vez se lo pregunto a su mamá, y ella le conto que hacía varios años, cuando tenía su misma edad, había recibido de regalo una caja de bombones. Su mama le había dado una parte, y había compartido el resto con los demás miembros de la familia, colocando después la caja en el armario de la cocina hasta el día siguiente.
«Yo -continúo la mamá- no podía esperar tanto, y además tenía que compartir los bombones con mis hermanos, con lo cual a mí me tocaban menos. Así que aquella noche, mientras los demás dormían me levante y me dirigí de puntillas directamente a donde estaba la caja de bombones.
Me subí a una silla con mucho cuidado, porque no lograba alcanzar la caja, y en el proceso derrame un vasito de tinte que estaba junto a ella. Me quede paralizada pensando que el ruido habría despertado a todo el mundo, pero tras cerciorarme de que nadie se había enterado, me dirigí a mi habitación y, a escondidas, me comí todos los bombones que quedaban. Como estaba demasiado cansada no me lave la cara antes de volver a la cama. Aparentemente todo había salido bien pero mis acciones estaban delante de mí y yo no podía encubrirlas.
Como seres humanos tratamos de justificar nuestros actos para librarnos de sus consecuencias. Ese es un hecho con el que tendrán que lidiar tus hijos. Por eso, no dejes pasar las oportunidades que te brindan sus errores para mostrarles una enseñanza espiritual. Esa fue la metodología que uso esta madre y que también usó Jesús mientras enseñaba a sus hijos en esta tierra.
Tú puedes junto con Dios convertir los fracasos de tus hijos en victorias. En lugar de juzgarlos, censurarlos, o burlarte de sus derrotas, ruega sabiduría al cielo para que te de la virtud de ser, más que madre, maestra.
La madre es la maestra que cincela el carácter para la vida eterna.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Una pequeña estaba muy intrigada por saber por qué su mama había colgado de la pared de su casa un adorno un tanto raro: un estropajo. ¿Que representaba aquel estropajo colgado de la pared? Una vez se lo pregunto a su mamá, y ella le conto que hacía varios años, cuando tenía su misma edad, había recibido de regalo una caja de bombones. Su mama le había dado una parte, y había compartido el resto con los demás miembros de la familia, colocando después la caja en el armario de la cocina hasta el día siguiente.
«Yo -continúo la mamá- no podía esperar tanto, y además tenía que compartir los bombones con mis hermanos, con lo cual a mí me tocaban menos. Así que aquella noche, mientras los demás dormían me levante y me dirigí de puntillas directamente a donde estaba la caja de bombones.
Me subí a una silla con mucho cuidado, porque no lograba alcanzar la caja, y en el proceso derrame un vasito de tinte que estaba junto a ella. Me quede paralizada pensando que el ruido habría despertado a todo el mundo, pero tras cerciorarme de que nadie se había enterado, me dirigí a mi habitación y, a escondidas, me comí todos los bombones que quedaban. Como estaba demasiado cansada no me lave la cara antes de volver a la cama. Aparentemente todo había salido bien pero mis acciones estaban delante de mí y yo no podía encubrirlas.
Como seres humanos tratamos de justificar nuestros actos para librarnos de sus consecuencias. Ese es un hecho con el que tendrán que lidiar tus hijos. Por eso, no dejes pasar las oportunidades que te brindan sus errores para mostrarles una enseñanza espiritual. Esa fue la metodología que uso esta madre y que también usó Jesús mientras enseñaba a sus hijos en esta tierra.
Tú puedes junto con Dios convertir los fracasos de tus hijos en victorias. En lugar de juzgarlos, censurarlos, o burlarte de sus derrotas, ruega sabiduría al cielo para que te de la virtud de ser, más que madre, maestra.
La madre es la maestra que cincela el carácter para la vida eterna.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera