Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Juan 14:6)
Había una vez una simpática payasita a quien le habían asignado en la escuela una tarea muy complicada: tenía que llevar una imagen de su héroe para colocar en un mural. Todos sus compañeros estaban entusiasmados porque ya tenían la suya, pero nuestra amiga payasita se sentía frustrada porque no tenía héroes.
Todos necesitamos un héroe a quien imitar, que nos inspire a caminar, hablar y actuar mejor. El mundo moderno busca desesperadamente toda clase de héroes, unos ostentan medallas olímpicas, otros premios científicos o artísticos. Pasan a la inmortalidad músicos prominentes, mentes ágiles capaces de dar jaque mate a su contrincante, piernas veloces que llegan primero a la meta, brazos fuertes que levantan pesos enormes, manos diestras que convierten un lienzo en una obra de arte. Todos imitamos sus talentos y destrezas, pero no podemos encontrar en ellos un patrón de conducta moral. Y es que todo ser humano, por mucho que lo admires, está sujeto a los mismos defectos que tú.
La payasita de nuestro cuento sabía muy bien lo que representaba un héroe, y por eso solo se le ocurrió cantar una canción: «¿Cuál es mi héroe? Como él tengo que ser. ¿Cuál es mi héroe? Es un amigo fiel». Eso es un verdadero héroe: un amigo fiel a quien puedas imitar.
¿Tienes un héroe al cual imitar? Te invito hoy a encontrar un héroe de verdad, un héroe que no está sujeto a equivocarse, que nunca te defraudará y en cuyas huellas podrás seguir. Un héroe que te puede cargar, porque sus brazos son los más fuertes del universo. Un héroe que tiene manos diestras y hábiles para convertir tus reveses en victorias y cuyos pies han trazado un camino seguro para que no tropieces con piedra. Un héroe que tiene una mente ágil para defenderte del enemigo y unas manos diestras para convertir el lienzo de tu vida en una verdadera obra de arte. Ese héroe es Jesús. No existe otro como él.
Cuando te sientas temada a admirar a algún ser humano recuerda que solo Jesús puede darte lo que tu corazón anhela.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Había una vez una simpática payasita a quien le habían asignado en la escuela una tarea muy complicada: tenía que llevar una imagen de su héroe para colocar en un mural. Todos sus compañeros estaban entusiasmados porque ya tenían la suya, pero nuestra amiga payasita se sentía frustrada porque no tenía héroes.
Todos necesitamos un héroe a quien imitar, que nos inspire a caminar, hablar y actuar mejor. El mundo moderno busca desesperadamente toda clase de héroes, unos ostentan medallas olímpicas, otros premios científicos o artísticos. Pasan a la inmortalidad músicos prominentes, mentes ágiles capaces de dar jaque mate a su contrincante, piernas veloces que llegan primero a la meta, brazos fuertes que levantan pesos enormes, manos diestras que convierten un lienzo en una obra de arte. Todos imitamos sus talentos y destrezas, pero no podemos encontrar en ellos un patrón de conducta moral. Y es que todo ser humano, por mucho que lo admires, está sujeto a los mismos defectos que tú.
La payasita de nuestro cuento sabía muy bien lo que representaba un héroe, y por eso solo se le ocurrió cantar una canción: «¿Cuál es mi héroe? Como él tengo que ser. ¿Cuál es mi héroe? Es un amigo fiel». Eso es un verdadero héroe: un amigo fiel a quien puedas imitar.
¿Tienes un héroe al cual imitar? Te invito hoy a encontrar un héroe de verdad, un héroe que no está sujeto a equivocarse, que nunca te defraudará y en cuyas huellas podrás seguir. Un héroe que te puede cargar, porque sus brazos son los más fuertes del universo. Un héroe que tiene manos diestras y hábiles para convertir tus reveses en victorias y cuyos pies han trazado un camino seguro para que no tropieces con piedra. Un héroe que tiene una mente ágil para defenderte del enemigo y unas manos diestras para convertir el lienzo de tu vida en una verdadera obra de arte. Ese héroe es Jesús. No existe otro como él.
Cuando te sientas temada a admirar a algún ser humano recuerda que solo Jesús puede darte lo que tu corazón anhela.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera