¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! (Salmo 50:14).
Hace varios años mi esposo y yo servimos a Dios en Tamazunchale, San Luis Potosí, México. Un fin de semana él se fue a atender a otras congregaciones en la sierra de Hilitla; como no teníamos automóvil, se nos dificultaba trasladarnos, así que vería a mi esposo hasta el lunes siguiente. Ese sábado fui a la iglesia junto con mi hijo de un año. Ese día oramos mucho, más de lo acostumbrado, en especial para que Dios cuidara a mi esposo y lo regresara con bien.
A la mañana siguiente me despertó el ruido del portón que se abría y vi como i esposo entraba tambaleante, pálido y asustado. La noche del sábado había comenzado a sentir un dolor muy fuerte y punzante en la parte baja de la espalda, no podía moverse. El hospital más cercano estaba a cuatro horas en automóvil y no había manera de transportase. Gracias a Dios, un hermano que vivía en el pueblo subió y lo llevó al hospital, y pagó los gastos médicos de mi esposo. Alaba al Señor porque libró a mi amado esposo de esta aflicción y pudo viajar ese mismo día a Montemorelos para celebrar una ceremonia bautismal.
Querida amiga, el Señor nos recuerda que su Ángel acampa cerca de nuestros hogares. Cristo nuestro Salvador jamás no abandonará en la hora critica, él nos protegerá bajo sus alas y nos guiara hacia un lugar seguro. Quizás no todos nuestros días sean claros y gozosos pero no nos angustiemos por ello, oremos y meditemos en su Palabra cada día, Agradezcamos a Dios por sus maravillas. Entonces veremos claramente como su misericordia se realiza en nuestras vidas.
Hace varios años mi esposo y yo servimos a Dios en Tamazunchale, San Luis Potosí, México. Un fin de semana él se fue a atender a otras congregaciones en la sierra de Hilitla; como no teníamos automóvil, se nos dificultaba trasladarnos, así que vería a mi esposo hasta el lunes siguiente. Ese sábado fui a la iglesia junto con mi hijo de un año. Ese día oramos mucho, más de lo acostumbrado, en especial para que Dios cuidara a mi esposo y lo regresara con bien.
A la mañana siguiente me despertó el ruido del portón que se abría y vi como i esposo entraba tambaleante, pálido y asustado. La noche del sábado había comenzado a sentir un dolor muy fuerte y punzante en la parte baja de la espalda, no podía moverse. El hospital más cercano estaba a cuatro horas en automóvil y no había manera de transportase. Gracias a Dios, un hermano que vivía en el pueblo subió y lo llevó al hospital, y pagó los gastos médicos de mi esposo. Alaba al Señor porque libró a mi amado esposo de esta aflicción y pudo viajar ese mismo día a Montemorelos para celebrar una ceremonia bautismal.
Querida amiga, el Señor nos recuerda que su Ángel acampa cerca de nuestros hogares. Cristo nuestro Salvador jamás no abandonará en la hora critica, él nos protegerá bajo sus alas y nos guiara hacia un lugar seguro. Quizás no todos nuestros días sean claros y gozosos pero no nos angustiemos por ello, oremos y meditemos en su Palabra cada día, Agradezcamos a Dios por sus maravillas. Entonces veremos claramente como su misericordia se realiza en nuestras vidas.
Rocío Díaz de Arévalo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.