«El justo sabe cuando su bestia tiene hambre, pero los impíos son crueles de corazón» (Proverbios 12:10).
Balaam había sido alguna vez un buen hombre y un fiel profeta de Dios. Sin embargo, la ambición, la avaricia y la constante insatisfacción por su situación económica lo habían llevado a convertirse en un mercenario de la fe, un charlatán que aprovechaba sus conocimientos espirituales para defraudar a sus víctimas. Así fue como su fama llegó hasta Balac, el rey de Moab, quien lo contrató para practicarle un embrujo al pueblo de Israel, a pesar de que Dios le había advertido que no lo hiciera. En el camino, un ángel se le apareció para persuadirle de que no avanzara. Luego de haber evitado al ángel en dos ocasiones, la burra se echó sobre su amo ante la estrechez del camino y la presencia del ángel. Entonces, Balaam reaccionó airadamente y comenzó a golpear al animal. De pronto, de manera extraordinaria, el animal le dijo:
— ¿Y yo qué te he hecho? ¿Por qué me has azotado tres veces? Y Balaam le respondió:
—¡Es que te estás burlando de mí! Si tuviera yo una espada en la mano, ¡ahora mismo te mataría!
El asna le contestó:
—Pero, Balaam, ¿acaso no soy yo tu asna? Desde que me tienes, y hasta este día, tú has montado sobre mí. ¿Acaso te he tratado así alguna vez? (Números 22: 28-30).
En más de una ocasión he visto a individuos maltratando animales. De manera insensata, descargan sobre estos seres sus frustraciones y amarguras. Lo cierto es que la forma en la que tratamos a los animales revela nuestro carácter: «El que abusa de los animales porque los tiene en su poder, es un cobarde y un tirano. La tendencia a causar dolor, ya sea a nuestros semejantes o a los animales irracionales, es satánica. Muchos creen que nunca será conocida su crueldad, porque las pobres bestias no la pueden revelar. Pero si los ojos de esos hombres se abrieran como se abrieron los de Balaam, verían a un ángel de Dios de pie como testigo, para testificar contra ellos en las cortes celestiales. Asciende al cielo un registro, y vendrá el día cuando el juicio se pronunciará contra los que abusan de los seres creados por Dios» (Patriarcas y profetas, pág. 420).
No permitas que haya crueldad en tu corazón. Trata con compasión a los animales. No es necesario que tengas una mascota, pero si la tienes, no es correcto que la descuides y la maltrates. Eso influirá negativamente en tu vida espiritual.
Los animales representan la única fuente de amor y alegría para mucha gente. Respeta su espacio y aprende a convivir con ellos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020